jueves, abril 18 2024

por Staff Dorsia

A unos cuantos minutos de Atlixco se encuentra San Diego La Mesa, Tochimilizingo. Llegar a ese pequeño pueblo es como salir al espacio y caer en la superficie árida de un planeta extraño, pero lo mejor, y lo más alucinante del asunto, es que en ese planeta se produce mezcal en cantidades industriales.

Y decir “industriales” no es una exageración, ya que al llegar te percatas que está lleno de casitas que anuncian en sus fachadas la venta y producción de este elixir maravilloso que siempre ha existido en nuestras coordenadas, pero que la fama de la producción oaxaqueña –y la falta de promoción– lo habían eclipsado.

El pequeño pero jocoso equipo de Dorsia (conformado por grandes y animosos briagos y buscadores de aventuras) fue invitado por nuestro camarada Vladimir Seres Ramírez: el empresario visionario que dedica gran parte de su tiempo a cuidar que la producción destinada a marcas como Montelobos y Ojo de Tigre, tenga una calidad suprema para llegar a la casa y al hígado y al subconsciente de toda la banda que ama el mezcal.

Nos dimos una vuelta por el palenque y la destiladora Tepanahuazo, en donde se elabora artesanalmente ese brebaje de Dioses que convierte a los humanos en verdaderas divinidades… aunque también saca de vez en vez algunos demonios con los que vale la pena conversar y reconciliarse.

Una de las maravillas de la moda es que el mezcal dejó de ser una bebida marginal para convertirse en el centro de las mesas de todos los mexicanos y también de los extranjeros, quienes han ido educando un poco el paladar entrenado con malos tequilas que les dan en los hoteles All Inclusive, para poder distinguir el sabor y el humor de una bebida que está a la altura de los mejores vinos y destilado del mundo.

Durante nuestra visita probamos dos clases de mezcal: Espadilla y Papalometl, que son los equivalentes al Espadín y al Tobalá oaxaqueños, sin embargo, por aquello de la denominación de origen el nombre cambia, pero provienen de la misma forma, color y textura de los magueyes: uno silvestre y más pequeño (papalometl) y el otro robusto y alargado (espadilla).

La cereza en el pastel de este viaje fue encontrarnos con una pareja colombiana que estaba disfrutando del tour mezcalero luego de dar el rol  por los principales sitios turísticos de México.

Ella, una diosa de bronce con caireles de fuego: Paola Cardona. Él, Anderson Torres, un galán exótico dispuesto a tomar lo que venga mientras lo que venga otorgue gran placer…

Bajo esas premisas, nuestra sesión de fotos se coronó con su presencia, muy acorde con el aura dionisiaca que de por sí mana del mezcal.

Imaginará el lector que las circunstancias no pudieron acomodarse mejor para hacer de nuestra  portada algo explosivo e irreverente.

Como la esencia misma del terreno de este paraíso que debe ser visitado y reconocido.

*Un agradecimiento especial a Reynaldo García Campos, Presidente municipal de San Diego La Mesa y a Vladimir Seres Ramírez, responsable de proyectos de destilación de mezcal de la Fábrica El Tepanahuazo.

 

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