viernes, abril 19 2024

por Redacción

El pasado mes de noviembre, dieciocho mujeres se manifestaron en contra del dramaturgo y fotógrafo Jean-Claude Arnault, esposo de la académica Katarina Frostenson, y escandalizaron a la sociedad sueca.

Las mujeres dicen haber sido acosadas y/o abusadas por Arnault, quien al parecer ya no contaba con la confianza de los miembros de la Academia encargada de repartir los premios Nobel.

Dicen que este hombre, además de ser un depredador sexual, revelaba antes de tiempo el nombre de quien saldría galardonado. Como quien dice, aparte de presunto acosador, era garganta profunda.

La Academia sueca lleva ya algunos años en crisis, misma que se agudizó a partir de su polémica decisión de premiar a Bob Dylan.

Aquel annus horribilis (2016) las reacciones fueron contrarias: muchos de los escritores que siempre se quedan con las ganas de ser reconocidos, aplaudieron el premio al viejo Zimmerman. Otros simplemente guardaron un incómodo silencio. Y muchos más despotricaron argumentando que Dylan era, sí, un gran músico, sin embargo, sus libros de poemas y sus canciones (aunque buenas) no ameritaban el Nobel.

El caso es que hoy, por primera vez en la historia de la entrega del Nobel de literatura, la premiación no será aplazada, sino tajantemente suspendida hasta el 2019.

Todo, oh sí, porque el movimiento de #metoo llegó a Suecia y la Academia tiene ahora entre sus cercanos a un Harvey Weinstein propicio para trastocar la tradición del premio.

Ni modo: los eternos finalistas tendrán que esperar sentados, si no es que a muchos de ellos ya no les alcance la vida para ver su nombre en las anheladas letras de oro con las que las editoriales hacen su agosto cada año.

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