jueves, abril 25 2024

Por Hazael Juárez / @hazajuarez
*El autor es Director de Prevención social de la Violencia y la Delincuencia del @ccsjpuebla

Estamos por iniciar el último trimestre del año y en todos los sectores de la sociedad el cumplimiento de las metas, de acuerdo con las planeaciones anuales, están o podrían estarse viendo afectadas por el confinamiento provocado por la contingencia sanitaria por la COVID-19.

Sin bien, a excepción de los servicios esenciales, muchas actividades se detuvieron al cien, por lo que algunos procesos que se suspendieron temporalmente están redoblando esfuerzos para tratar de alcanzar lo mayor posible el cumplimiento de los objetivos y metas que se habían trazado desde un año atrás. Siendo realistas, difícilmente se alcanzará el cien por ciento del cumplimiento.

Seguramente los impactos del cumplimiento serán menores a lo esperado. Refiriéndonos a programas gubernamentales y de sociedad civil, diferentes poblaciones que serían beneficiarias del logro de los objetivos no lo serán, o no lo serán en su totalidad. En este sentido podemos ejemplificar desde programas de relaminación de calles, pasando por capacitaciones presenciales que por condiciones de las poblaciones no se han podido realizar salvo en el terreno virtual, hasta temas presupuestarios que se detuvieron y se destinaron para atender la contingencia. Por obviedad los procesos más afectados fueron los que implicaban contacto humano.

La planeación y evaluación de los impactos de programas o proyectos que están estrechamente vinculados a las dinámicas sociales pueden también recuperar valiosa información sobre las experiencias y conocimiento generados durante la contingencia y después de ella.

Una herramienta a la que muchas instituciones recurren es la Teoría de Cambio. Incluso a inicios de este año en el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del Estado desarrollamos la planeación anual bajo este enfoque. De acuerdo con Patricia Rogers (2014): “La «teoría del cambio» explica cómo se entiende que las actividades produzcan una serie de resultados que contribuyen a lograr los impactos finales previstos. Puede elaborarse para cualquier nivel de intervención, ya se trate de un acontecimiento, un proyecto, un programa, una política, una estrategia o una organización.”

Sencillamente, la Teoría de Cambio es una herramienta que nos permite identificar todos los aspectos necesarios en la planeación de cualquier intervención, programa o proyecto. Es decir, es el camino a seguir para lograr lo que se pretende con las metas y objetivos. Justo dentro de esa planeación se incluyen indicadores de impacto y de evaluación. Asimismo, se contempla un apartado para supuestos y riesgos. A la par, esta misma herramienta permite revisar resultados intermedios con la finalidad de proyectar qué tanto se podrá lograr de lo planeado.  Cuando nos referimos a los riesgos, puedo asegurar que casi nadie, pudo haber contemplado o considerado una pandemia de salud mundial al realizar la planeación anual 2020 con cualquier herramienta que haya utilizado para tal motivo.

Esta pandemia nos ha planteado retos interesantes. Un ejemplo es la capacidad de reaccionar de velozmente a los acontecimientos generados por la COVID-19. De igual forma la misma generación de la agenda pública se reconfiguró. Ya lo mencionan Domingues y Torres (2020): “El tiempo de la ciencias aplicadas y de la producción teórica no se opone a los tiempos de resolución de los grandes problemas sociales, pero sí a la temporalidad dominante de la intervención mediática”. Es verdad, y en específico el trabajo aplicando las ciencias sociales requiere de tiempo, pero sobre todo del uso de métodos que permitan garantizar mejores resultados y no dar margen a la improvisación, más sí a la adaptación.

Ante este panorama y retomando la idea central, además de evaluar los impactos que podremos generar durante este año, que ha sido particularmente diferente, también habría que incluir y evaluar los aprendizajes que hemos tenido y adquirido. No importa la técnica que cada quien desee utilizar para tal efecto, sin embargo, pongo a consideración los siguientes aprendizajes que como sociedad hemos comprobado no están distanciados de nuestras actividades, cualquiera que realicemos:

  1. Nuestro impacto en el medio ambiente. Hemos visto imágenes de playas limpias, animales transitando en las ciudades, reducción del dióxido de carbono.
  2. La importancia de la salud pública, gratuita y universal. Pudimos observar que los sistemas de salud colapsaron por la precariedad en la que se encuentran y que, como sociedad, no hemos puesto atención en fortalecer estos sistemas.
  3. La importancia de las redes de solidaridad social y comunidad. Aún en confinamiento, las personas redescubrimos el compartir y reforzar la confianza con las y los otros. Ejemplos de esto: prestar nuestra laptop para niños/as que deben tomar clases en línea, personas que retomaron actividades como el trueque; personas que se ofrecieron a ir por los víveres de personas en alto riesgo; etc. En este sentido, desde cualquier ámbito en que nos desempeñemos, fortalecer con diferentes actividades lo exitoso que puede ser el preocuparnos por quienes están a nuestro alrededor.
  4. La educación financiera. Ahora más que nunca hemos volteado a ver, cuán importante es tener conocimientos en este sentido y que los sistemas formales de educación han omitido.

Sin duda, la forma social evolucionará, esperemos que sea en el mejor de los sentidos.

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