viernes, abril 19 2024

por Carlos Meza viveros 

Conozco a Eduardo, “Lalo Rivera”, desde hace muchos años. Como militante del PAN, siempre lo reconocí como un personaje con una ideología con la que no comulgo, pero siempre fiel a ella.

En el Gobierno de Moreno Valle, tuve oportunidad de charlar con él en su oficina para recomendarle que no se sometiera a las veleidades y tropelías de un dictador. No tardó en darse cuenta de que mis palabras no eran vanas, ya que el entonces gobernador no escatimó esfuerzos para denostar su trabajo y practicarle toda clase de guerra sucia ejecutada, por supuesto, por sus sicarios periodistas.

Lalo me expresó en aquella charla dentro del Palacio Municipal, que su misión era trabajar por Puebla y los poblanos; expresiones que sentí genuinas y de las que nunca dudé. ¿Cómo dudar de un padre amoroso, un marido ejemplar y un defensor de la familia y los valores familiares?

La prudencia de Eduardo siempre me cautivó, era y sigue siendo un hombre sereno y enhiesto, inteligente, un político discreto pero avezado que conoce el significado de la lealtad y que se mueve sin exabruptos. Un político cuyos objetivos, en el momento de su gestión, sólo se centraban en el bienestar de esta levítica ciudad.

Para mí era difícil mantener una buena relación con panistas de la ultra-derecha, sin embargo, las tuve con Paco Fraile y hasta con Ana Teresa Aranda: una mujer de principios pero valiente y echada para adelante, poseedora de un discurso de peso y argumentos hilvanados que provocaban comentarios laudatorios de mi maestro, jefe y mentor, Manuel Bartlett Díaz, hacia Ana Tere.

El escenario político de la Ciudad de Puebla capital parece no sólo confuso, se torna indescifrable, pero como poblano (y visto lo visto),  no me queda más que apostar como ciudadano que soy, por un candidato a la alcaldía de Puebla que conozca y sepa de manera sobrada cuáles son las necesidades y reclamos de los habitantes, entonces Lalo se convierte en la figura que emerge de manera natural  en el escenario político de quienes amamos a este territorio pluricultural, para ser gobernado, y más que eso: para recuperar lo perdido en los últimos años en los que se ha manejado la política con base en ocurrencias.  

Debo recalcar que no soy ni nunca seré Prianista; creo en la 4T, sin embargo, no veo a otro personaje de la talla de Eduardo para regir los destinos de esta ciudad azotada por el flagelo del nepotismo, la corrupción y la ausencia de políticas públicas.

Eduardo Rivera, si bien es un joven político, es un político que conoce nuestras necesidades y demandas, por ello apuesto por él, no se diga que mis expresiones son una protesta irracional de lo que está pasando en Puebla.

No me aparto de la necesidad imperiosa de apoyar al mejor aspirante a la alcaldía poblana, en efecto me declaro simpatizante para que “Lalo” se convierta en el próximo Presidente Constitucional Municipal del Puebla. ¡No hay otro!

Sé que estas expresiones que se contienen en este opúsculo serán criticadas por mis detractores. No me importa, la política es el arte de proveer a los gobernados de sus reclamos y necesidades, Eduardo lo sabe y lo hizo con pulcritud.

Expreso mis conceptos desde lo más profundo de mis convicciones, aunque sea afecto de la 4T que preconiza el Presidente de la Republica.

Queremos un líder que sepa escuchar y atender las necesidades del ciudadano -Eduardo lo hizo- espero que estas razones que entrego a mis lectores no se conviertan en una actitud oportunista. ¡No lo son!

Espero que mis lectores entiendan que mi amor a esta ciudad de más de 1,500,000 de habitantes es una expresión de lo que deseo para el futuro de nuestra capital, de tal suerte que se conozca de alguna manera lo que yo viví con un gobierno municipal secuestrado por el morenovallismo y que pese a ello supo salir adelante.

Lo digo sin acritud, pero lo digo.

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