jueves, marzo 28 2024

por Alejandra Gómez Macchia

A las cinco en punto de la mañana ya está despierta y va directo a su teléfono para ver las notificaciones que se le agolparon en el buzón. Toma un café en espera del monitoreo de medios y algún llamado en Casa Aguayo. Termina de espabilarse y comienza a trabajar.

Los minutos no mueren suspendidos en las manecillas de un reloj. Recoge aquellos que se perdieron en el sueño para luego recuperarlos, y si es posible, sacarle un saldo a favor.

En esta carrera hay que ganarle al tiempo por default.

El sonido de alertas en los teléfonos la instalan en la realidad del día. El sol no acaba de salir, pero la noche ha muerto del todo.

Olivia Salomón está lista para iniciar este martes.

Ya a las siete está vestida, peinada y alerta. Ha recibido textos cariñosos de sus nietos. Mira desde el ventanal de su casa. Se topa con la imagen de don Rafa. Lo extraña. Cómo no hacerlo si la ausencia, a veces, pesa más que la presencia. Dos días antes, en el vestíbulo de La Vista han hecho instalar una ofrenda en su honor. Hace dos años fue la última vez que lo vio; ahora habita en la zona del silencio y del súbito recuerdo: esa caja imperecedera de imágenes que se seleccionan para hacer la vida más generosa.

No hay un día que no piense en lo afortunada que fue al encontrarse con él; padre de su segundo e último hijo. La suya es una familia grande, y pese a todos los pronósticos, unida.

Al morir don Rafa, ella se convirtió en el bastión, en la líder. ¡Vaya responsabilidad!, sin embargo, si algo ha aprendido bien a lo largo de la vida, eso es a negociar para unificar. Olivia ha emprendido siempre, desde mucho antes de que la palabra se pusiera de moda…

Sube al vehículo que nos llevará al municipio de Libres. El Gobernador Barbosa la ha comisionado para ir a uno de los martes ciudadanos que se han vuelto parte toral de su administración. Su equipo la espera ya en las escaleras de la Casa Club. En esta ocasión, he venido de polizonte para, precisamente, hacer un acercamiento, un zoom in a cada escena.

¿Cómo se mueve la Secretaria de Economía? ¿Cómo es recibida por la gente? ¿De qué hablamos cuando hablamos de gestión social?

Los martes ciudadanos salen de Casa Aguayo precisamente para ir a atender a la gente que no puede llegar a la capital. El sello de la administración Barbosista ha sido precisamente descentralizar el poder, la colaboración, la ayuda.

Dentro del vehículo, la secretaria va sentada con su teléfono en la mano y con la tableta sobre las piernas. Está escuchando la conferencia de prensa que el gobernador ofrece cada mañana para tratar los asuntos de la agenda e informar a la población sobre los temas del día. Atenta a las preguntas de los reporteros, toma algunas notas o pide a sus auxiliares que no pierdan el hilo. La mañanera es, para los secretarios, una especie de primer acuerdo con su jefe. Una junta involuntaria y general sobre algunos asuntos a los que urge dar seguimiento.

En un vaso alto, Olivia toma una bomba proteínica para poder aguantar con energía la jornada. A los martes ciudadanos asisten grupos o personas en solitario con sus proyectos, dudas y peticiones bajo el brazo. Pocas han sido las ocasiones en que alguien arremeta. La gente quiere ser escuchada, quiere ser atendida personalmente por los protagonistas de la historia; anteriormente los gobiernos eran de lo más impersonal. Impensable que un secretario, y ya ni decir que el propio gobernador, tuviera el tiempo y la paciencia, pero, sobre todo, las ganas de tener una conversación de iguales con el pueblo.

La 4T está en ello. Y el gobernador trabaja conjuntamente con el presidente para que el movimiento que nació después del Fraude del 2006 cumpla lo que prometió.

La carretera que va de Puebla capital a Libres está en perfectas condiciones. El tiempo vuela cuando la mente va ocupada. Olivia Salomón es de ese tipo de mujer que expresa mucho con la mirada. Su gente más cercana traduce perfecto cada gesto, los matices de su voz.

Antes de entrar a Libres, recibe una llamada de algún colaborador que fue enviado para auxiliar al resto del personal de gobierno en aras de que la visita de Claudia Sheinbaum sea exitosa, y dice una frase que de inmediato me salta, pues es exactamente lo contrario a lo que diría o haría un político tradicional. Le aconseja al interlocutor: tú toma notas, ve lo que falta, dialoga con los demás y no hagas preguntas de las que no estés seguro. Observa todo y sé prudente. “El que calla a tiempo no se equivoca”.

Mientras observo el desarrollo de cada escena, pienso en la permanencia y el fogueo que ha tenido Olivia en este gobierno. Todos hemos visto cómo poco a poco, y gente muy, pero muy cercana e incluso querida por Miguel Barbosa, han abandonado sus puestos por perder el suelo y la visión.

Olivia, pienso, venía de un estadio ideal y seguro; conocido y dominado por años: el mundo empresarial. Ahí, en su nicho, ella era la cabeza. Todo el microclima de La Vista; la salud y el buen funcionamiento, dependía en inicio de su mesura, pero también de su liderazgo.

Hace muchos años, más de veinte, Olivia se movía independiente, por la libre, en el negocio de los bienes raíces. Un escenario complicado en aquellos tiempos para las mujeres, sin embargo, supo cómo cabalgar la ola y se ganó un lugar privilegiado.

Mucha gente piensa que el privilegio es algo malo, inmerecido o gratuito, sin embargo, el privilegio que no se abona, cae, es endeble y se desborda. Es menester de quienes lo tienen, procurarlo a través de la inteligencia, pero también del pulso y el tacto. Una empresa, cualquier empresa, no es asunto individual, es el equipo, las manos, las cabezas y la disposición de muchos, el llevarla a buen puerto.

Hace un poco más de dos años, la vida de nuestro personaje dio un vuelco al ser invitada por el gobernador para encabezar la Secretaría de Economía.

Muchos no le vaticinaban permanencia dadas las nuevas condiciones políticas. Pero el gobernador posee un sentido bastante agudo, y algo vio en Olivia que no  en los demás, y ella aceptó el reto, y es hasta hoy una de las piezas más visibles en el tablero del gabinete.

Grillas ha habido, como en todos lados. Y contratiempos. Y crisis. ¿No se trata precisamente de eso la vida?  ¿De moverse grácil entre los obstáculos y tender puentes?

Ya en Libres estaba dispuesta la carpa con las sillas y pantallas. La gente se había registrado en orden y esperando su turno.

La comitiva es recibida por las autoridades municipales. El alcalde, Armando Ruiz, recibe a la secretaria y la conduce a la mesa de trabajo.

El equipo de avanzada del gobierno estatal ya lleva tiempo instalado en el lugar. Hacen pasar a los primeros inscritos y apoyan a aquellos que será imposible atender porque no están dados de alta en el SAT.

Los apoyos del Crédito Peso a Peso, uno de los programas estrella del martes ciudadano, se dan a personas que estén regulares e inscritas en hacienda. De no ser así, el propio equipo de la secretaría los orienta para dar el primer paso a la formalidad.

Uno tras otro: mujeres, jóvenes, ancianos, y cooperativas completas se acercan a la secretaria con sus documentos en mano.

Olivia recibe con una amplia sonrisa que ellos mismos sienten sincera. Se nota porque, a lo lejos, las expresiones de ambos lados son de confianza. El que va a pedir o a proponer, se apea hacia adelante y ella, la secretaria, escucha y apunta escrupulosamente en su liberta.

Muchos le llevan muestras de los productos que intentan comercializar. Hay verdaderas áreas de oportunidad para que cada una de estas personas dejen de estar pasando por la monserga de ser explotados por intermediarios y logren colocar sus producciones y les sean pagadas a precios justos.

La fila es enorme, pero ordenada. Si llega alguien con peticiones que no competan directamente a Economía, Olivia pide se les auxilie para ser canalizados con el área gubernamental que corresponda. Nadie se va sin ser escuchado, incluso aquellos que, como alguna vez ha sucedido, llegan con proyectos extravagantes como un hombre que alguna vez dejó sus planes para realizar una nave espacial.

Todo se ve en este tipo de ejercicios. Se ve la nobleza, las ganas, la frustración y la esperanza.

Tres horas más tardes, todos han recibido atención. Algunos niños se cortan el pelo, otros hacen manualidades en las mesas que el DIF municipal coloca como apoyo para la jornada.

La vida de cada pueblo es distinta. Lo que siempre es igual es la ilusión y la  gratitud con las que reciben a los mensajeros. La correcta gestión y seguimiento de cada caso ofrece algo más que abundancia: da felicidad. Y ya sabemos que un pueblo feliz, es un pueblo sano.

Se levanta la comitiva. El presidente conduce a la secretaria y a sus colaboradores al quiosco del centro, en donde los reporteros de los medios locales la esperan para una rueda de prensa.

Olivia ha hecho musculo para hablar en público. Toma el micrófono y traduce los mensajes que el gobernador quiere enviar. Presenta un libro de ilustraciones y reparte a cada uno de los presentes un tomo. Se trata de un cómic fácil de leer por todos para comprender la importancia de la formalidad en las pequeñas empresas.

Forma es fondo. Parece entenderlo bien la secretaria. El libro es accesible a cualquier lector curioso. Incluso para los niños. Y la economía, aunque parezca contradictorio, es parte de la cultura.

Los reporteros hacen sus preguntas. El subsecretario anuncia que, a continuación, se presentará un programa para profesionalización y nuevas tecnologías que ayudarán a los jóvenes a obtener sueldos más justos.

¿Qué esperan escuchar los estudiantes hoy en día?

 ¿Cómo captar la atención de un público que, de entrada, ya lo encuentra todo en internet?

Lo adolescentes adolecen, valga la redundancia, de filtros; son los blancos mas sensibles ante lo que consideran tedioso o de poco interés. Y a veces se piensa que, por no vivir en una capital, esos estudiantes podrían ser hostiles ante la falta de oportunidad.

El audiovisual pasa. Un video con gráficos, cifras y datos. Nada puede ya la televisión frente a la pantalla táctil de los teléfonos, sin embargo, la atención se enfoca a la secretaria que, con seguridad, comienza a platicar sobre sus inicios como empresaria.

De entrada, lo que pueden ver es a una mujer guapa, madura y bien vestida. Una funcionaria, cosa nada fácil frente a una masa de inquietos jóvenes que cada vez creen menos en los políticos.

¿Qué buscan los muchachos de hoy? ¿Qué espacios necesitan? ¿Cómo hacer que se interesen en algo más que en la ilusión cibernética?

Precisamente eso: que la realidad sea compatible con los medios que los atrapan. El programa de capacitación a jóvenes tiene como piedra angular la tecnología. Lo que les cuenta Olivia no es una historia aburrida más, de papeles, de trámites, de horas y horas frente a un abúlico personaje. Es algo que está dentro de su microcosmos.

Pensé entonces en la tarde anterior, cuando fui al CIEN a tomar las fotografías que ilustran esta crónica: un lugar lleno de jóvenes que interactúan entre sí en espacios compartidos que los sacan del ensimismamiento de las redes, pero sin abandonarlas del todo. Porque la idea de este proyecto es precisamente la incorporación de todos los nuevos lenguajes en un entorno en el que no se pierde la experiencia cara a cara, y en un sitio históricamente atractivo: un ex manicomio.

La juventud está emparentada con la locura. Los jóvenes siempre tienen algo de delirantes, y esa materia prima, bien canalizada, engendra genios.

Termina la reunión. Unas niñas pequeñas que venden dulces en el centro se acercan a Olivia para abrazarla. Se quieren hacer fotos con ella. Les perece un personaje distinto, afable, pero poderosa. Las niñas siempre quieren ver proyectado su futuro en terceras personas. Una de ellas, muy simpática, parlanchina y articulada, le regala un cuarzo de la suerte con una correa para atarse en el cuello. Olivia se lo pone.

La hora de la comida llega. El restaurante está ya ocupado por empresarios y empresarias locales. Gente que inició sus negocios antes, durante y después de la pandemia.

Este tipo de eventos suelen ser cansados para ambos lados. Los que van a presentar propuestas llegan, en general, desconfiados. ¡Tantas promesas de tantos gobiernos!, y han tenido que salir avante solos.

El pan delicioso, ensalada de frutos rojos. Se dan las presentaciones pertinentes, pero hay algo que rompe con la solemnidad. Cuando uno come con amigos, se conversa al mismo tiempo que se comparten el pan y la sal. Hay empresas de lo más interesantes, sobre todo una que ofrece que Libres se convierta en un lugar con atracciones turísticas novedosas.

Se piensa entonces en municipios como Atlixco y Chignahuapan, que han aprovechado una temática en especial para atraer a la gente, y hoy su economía ha crecido exponencialmente.

Salimos de la comida. Olivia se acicala. Queda ir a una entrevista en Canal 8, pero antes paramos a la Catedral. El padre patrono es todo un personaje. Nos recibe y lleva a una nave alterna de la iglesia, limpia y bellamente iluminada.

El Estado, dicen desde Juárez, no debe mezclarse con el dogma. Pero quienes van a conocer la iglesia son personas. Olivia entra a la capilla y se hinca ante el santísimo. Supongo que en su conversación interna está presente don Rafa, sus hijos…

Ultima parada: la entrevista. Una locutora inteligentísima le hace preguntas fuera de lo habitual. Ya han pasado horas y horas. De hecho, meses y años, y el discurso de la secretaria se va refrescando según el interlocutor.

A Olivia le complace siempre agradecerle al gobernador. Nunca se salta su nombre. Sabe que va ahí en su representación, y que eso es una responsabilidad y un privilegio.

No todos son enviados a dar la cara por una entidad como lo es un Estado.

De regreso a Puebla.

Los tripulantes de la camioneta vamos cansados, sedientos. Las giras pueden ser un tormento para alguien que no esté acostumbrado. Se necesita ejercitar algunos músculos. Se requiere de pasión, hambre y entrega. Adrenalina.

Olvida va fresca y sonriente preparando su informe. Recibe llamadas, avisa que está lista para llegara a Casa Aguayo y rendir cuentas de la jornada.

Es una funcionaria hábil e intuitiva, parece que disfruta mucho lo que hace. Se le nota en los gestos, en la mirada, en el énfasis dentro de cada discurso.

El día de mi crónica ha terminado, aunque al parecer ella todavía llegará a trabajar.

En los días posteriores vendrá Claudia Sheinbaum a Puebla y no pierde detalle de la organización.

 El gobernador es el narrador omnipresente de la trama. Es su momento.  Es, según ha dicho, el pináculo de su carrera política.

Los tiempos están llegando.

Hay tres jugadores dentro de este coqueteo con la candidatura.

Dos de ellos, hombres de probada credibilidad y valía. El doctor Martínez es muy popular porque su trabajo es popular y está cerca de la parte más sensible: la salud. Sergio Salomón hace lo propio desde el Congreso. Es un político experimentado y leal.

Olivia es una mujer que goza de la admiración del gobernador. No estoy desvelando un secreto ni encontrando hilos negros. Por algo cada vez que puede, y con ese tono tan peculiar y peliagudo que tiene lo caracteriza, Miguel Barbosa la llama “Súper Olivia”.

Porque es a todas luces una persona especial con una historia atípica; sin las manías y las deformaciones profesionales del político de oficio.

Una mujer de su tiempo.

¿El tiempo de las mujeres?

 

 

 

 

 

 

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