jueves, noviembre 21 2024

Por Cecy Rendón
Fotos de Abril García / Agencia EsImagen

“Hoy no puedo” “Tengo que trabajar” “Se me complica mucho” “No sabía que era hoy” Fueron las respuestas que recibí para que me acompañaran a la marcha. Ale, amiga y colega escritora, de inmediato me dijo “¡Vamos!”. El llamado era 4:30 pm, 8 de marzo, frente al edificio de la Fiscalía General del Estado de Puebla. Vestidas con tenis, cubrebocas, algo morado y una gran incertidumbre respecto a lo que podía suceder, llegamos a la cita.

El edificio estaba ya todo grafiteado, símbolos feministas, palabras y frases, el olor a la pintura en aerosol rosa, morada, verde, estaba aún fresco en el aire… pero todavía se escuchaba un relativo silencio…

Llegaron los grupos de choque, tiraron las vallas que protegían el edificio, las aventaron atrás de la barda y las estrellaron contra los vidrios. Mujeres armadas con bates de beisbol, mazos, martillos y piedras comenzaron a golpear los enormes vidrios de la Fiscalía. La marcha comenzó en medio del estruendo de los golpes secos contra el vidrio templado y el sonido de los pedazos estrellándose en cascada contra el piso.

Conforme la marcha avanzaba, en cada parada de metrobús y de camiones los vidrios fueron destruidos entre golpes, gritos de ánimo y cánticos de “¡Ni una más!”. Los monumentos históricos que iban encontrando eran pintados en un justo reclamo “Violadores” “Feminicidas” “Ni una más”, frases inmortalizadas en la fotografía, pero que serían lavadas en cuestión de días, o tal vez horas.

Había una indudable poesía en medio del caos. Las mujeres de los grupos de choque eran muy pocas respecto a las miles de manifestantes que lo hacíamos pacíficamente, “no me representan” escuché en el fondo de mi mente, recordando las voces en contra de estas marchas. Pero no fue eso lo que se sentía en el aire. Me impactó de forma inesperada un sentimiento generalizado, un sentimiento que Ale y yo experimentamos en carne propia, de forma cruda, desgarradora, en medio del ruido de los golpes y las pinturas en aerosol… sí me representan… ¡Claro que me representan!

Me representan a mí, Cecy Rendón, representan a las mujeres de mi familia, representan a mis amigas, y sobre todo, representan a mis sobrinas, que son aún niñas pequeñas y que hoy están en riesgo. Me atrevo a decir que representan a todas las víctimas que conozco personalmente, que he compartido espacios de mi vida con ellas, que no son la prima de una amiga de una vecina que una vez me contaron. Son mujeres que quiero, admiro y respeto.

Representan a Lorena, víctima de trata, esclavizada sexualmente por años. Representan a Regina, violada a los 15 años. A Gris, violada a los 9 años. A Azucena, violada a los 22 años. A Carlota grabada desnuda en el baño por un familiar. A Scarlett, asesinada al salir de su trabajo. A Nicole, la hija de Scarlett que quedó huérfana de madre sin haber cumplido un año.

Así como ellas hay miles de mujeres que han sido víctimas de todo tipo de violencia física, sexual, emocional. Y cada vidrio que se cayó estrellado al piso, cada pared que fue pintada en aerosol, sí nos representa. Nos representa a todas las mujeres, y especialmente representa a todas las niñas de México y del mundo.

Hay una poesía en el caos, una belleza en la destrucción de un sistema que claramente no funciona. No soy partidaria, de ninguna manera de la violencia y la destrucción, pero hoy considero mi responsabilidad ser parte de la reconstrucción. La reconstrucción de un tejido social equitativo, incluyente y sobre todo seguro. Es una responsabilidad de todos, es un trabajo en conjunto que cada persona desde su trinchera debe de hacer: enfocarse en construir lo nuevo.

De todo corazón espero que el próximo año y los siguientes 8 de marzo no haya necesidad de marchar para ser escuchadas, mucho menos de gritar, romper y pintar. Deseo que nuestras voces puedan ser parte de los espacios de diálogo que van a crear una nueva realidad cotidiana para todas las mujeres… pero si nada ha cambiado, si los violadores, abusadores y feminicidas siguen caminando libres e impunes, estaré de nuevo escribiendo la poesía del caos, en la marcha del 8 de marzo y en todas las marchas que sean necesarias.

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