Ángeles Torcidos
por Alejandra Gómez Macchia
Hace un par de años, el gran Caetano Veloso lanzó un álbum titulado Meu Coco; una joya –como todo lo que ha hecho en su carrera como cantante y compositor, y también como crítico del sistema–.
Siempre he pensado que los artistas que llenan estadios y que son seguidos por cientos o miles o millones de almas, son quienes realmente pueden enviar mensajes poderosos y remover –mediante su arte– las conciencias adormiladas.
La canción de la que quiero hablar hoy se llama Anjos Tronchos, que en buen español quiere decir Ángeles Torcidos: una pieza ecléctica, magistral y modernísima que lanza el dardo hacia una coordenada específica: Silicon Valley.
Los Ángeles Torcidos son esa clase de personajes delirantes que entronizan sus respectivas imágenes mediante inteligencias artificiales, vuelos espaciales, plataformas multimillonarias de entrega de productos, así como jeques fundamentalistas, influencers descerebrados y demás escoria que mueve los hilos.
Desde la semana pasada estamos siendo testigos de una pelea casi conyugal entre dos de esos retorcidos: por un lado, desde la Casa Blanca y Mar-a Lago, Trump desligándose e incumpliendo las promesas que le hizo a su amigo y alcahuete Elon Musk, y este último, acusando al presidente bebé por estar en la lista negra de Epstein desde la plataforma de odiadores profesionales que compró para lanzar esputos y orinarse en las cabezas de sus críticos.
El nivel de debate entre estos anjos tronchos, deja en evidencia una total falta de responsabilidad social con aquellos (ilusionados e ilusos) que creyeron que poner su país en manos de este par de blondas meretrices, era una buena idea para recuperar “su grandeza”.
Bien dice Caetano en la citada canción: estos personajes operan, han vivido y seguirán viviendo, en la oscuridad a plena luz. Y están convirtiendo poco a poco la historia de este siglo, en un ridículo y ominoso algoritmo.
Musk bailando en una plataforma de lanzamiento atascado de ketamina.
Trump haciendo berrinches desde el salón oval en espera de apretar algún botón que pulverice su nuevo sueño americano.
Imaginemos la cruda después de este show.