viernes, abril 26 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Desde diciembre de 2018, Miguel Barbosa Huerta inició una campaña que no termina aún.

Este domingo, arrancó de nuevo su cruzada.

Dieciséis meses ininterrumpidos, lejos del descanso y la tranquilidad, cerca de la zozobra y la pasión política.

Un año cuatro meses metido en todos los tiempos posibles: el de la precampaña, el de la campaña, el del día de la elección, el de las impugnaciones, el de la incertidumbre, el del fallo del Tribunal, el del siniestro del 24 de diciembre, el del silencio necesario, el de la reactivación, el de los acuerdos, el de otra precampaña y, ufff, el de un nuevo inicio de campaña.

Y en todos esos tiempos, como ocurrió este domingo, la presencia permanente de su esposa Rosario.

En la antesala del acto de arranque —semanas atrás— se dijo de todo:

Que AMLO le había retirado su apoyo, que el mensaje cifrado en su primera visita a Puebla era para él, que Yeidckol Polevnsky había perdido cercanía e influencia con el presidente, que Barbosa sería la víctima primera de esa trama y que Ricardo Monreal aventajaba a Yeidckol en la puja por Puebla.

Algunos se fueron con esas mentiras totales y compraron la historia.

Y la publicaron como si fuese real.

No podía ser de otra manera: se creyeron sus propias mentiras.

Esos mismos hoy no entienden nada.

Menos aún con el músculo mostrado este domingo por Barbosa en un Centro Expositor lleno de cabo a rabo.

(El contraste fue el pálido mitin de Enrique Cárdenas que reunió apenas a unas quinientas personas).

Y en el centro del escenario —cobijado por un gobernador, decenas de senadores y diputados, y dirigentes nacionales y locales de los partidos que lo apoyan—, Miguel Barbosa arrancó una campaña que estará saturada de mítines masivos en todo el estado de Puebla.

Y lo hizo llamando a la reconciliación y a evitar la guerra sucia.

De hecho, no mencionó de nombre ni a Martha Érika Alonso ni a Rafael Moreno Valle.

(El único que lo hizo, fiel a su vulgaridad, fue el diputado Gerardo Fernández Noroña).

Este nuevo Barbosa no nació de la noche a la mañana.

Se fue haciendo con el tiempo.

Fue madurando entre los golpes y las mesas de acuerdos.

Fue perfilando su discurso entre la polarización y el enfrentamiento cotidiano.

Veló sus armas varias noches.

Quemó sus naves.

Empezó de nuevo.

Su discurso de este domingo tiene ese sello.

No hay rencores ni revanchas a la vista.

La bilis negra y la bilis amarilla no aparecieron en las líneas que improvisó ante miles de sus seguidores.

Y tuvo tiempo para saludar lo mismo a Claudia Rivera que a Nancy de la Sierra y José Juan Espinosa.

No hay rencores.

No hay tiempo para eso, dejó claro en su discurso.

La vieja frase de don Alfredo Toxqui —“cancelemos odios y rencores”— adquirió nuevos bríos de identidad.

.

.

Libertad y Respeto

Iniciaron las campañas.

El gobernador Guillermo Pacheco Pulido se ha comprometido una y otra vez a que el proceso electoral no será tocado por ningún miembro de su administración.

Incluso ha llegado a extremos pocas veces vistos en materia de pulcritud y asepsia política.

Este domingo se vivió un clima de libertad y respeto en los inicios de las campañas.

El balón está en las canchas de los candidatos para que ese ambiente no se rompa.

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