viernes, noviembre 22 2024

Salmos Paganos
Por: Por Aldo I. Cortés Chilaca

“Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”.
Jorge Luis Borges

Decálogo del escritor

1. Permanece enamorado.

2. Esfuérzate en escribir.

3. Mézclate estrechamente con la vida.

4. Frecuenta a escritores consagrados.

5. No pierdas tiempo.

6. Lee sin tregua.

7. Escucha música y mira pintura.

8. No intentes explicarte.

9. Sigue el impulso de tu corazón.

10. Calla: la palabra mata el instinto creador.
Ernest Hemingway

Jorge Luis Borges y Ernest Hemingway antónimos uno del otro y, sin embargo, tan cercanos. Coincidieron en nunca estar de acuerdo. La frase que sirve de epígrafe no es, sino lo que los budistas zen llaman koan. Despertar. En efecto, hay quienes aseguran que llegamos al mundo sabiendo y luego, poco a poco, lo olvidamos.

Lapidarias son las aseveraciones de Hemingway. Rara es la ocasión en que seguimos una biografía, tendemos a fiarnos de la firma de un destino. Llevar una vida literaria no es sinónimo de escribir; lo uno no está peleado con lo otro, no obstante, no es condición suficiente para arriesgarse a las trincheras que se divisan más allá del ser y del no ser.

  1. Permanece enamorado.

Empresa ardua es la de elucidar la naturaleza del primer mandamiento, la dignidad de su talante, el hálito de su voz; una luz oscura -valga el oxímoron- deviene del enamoramiento. Enamorarse es tensión; considere la siguiente metáfora: un instrumento, supongamos, una guitarra, sólo puede generar el más bellos de los sonidos si sus cuerdas tienen la suficiente tensión; cuando no existe tensión se carece de fuerza y, cuando hay en exceso, el sonido es estridente u ocurre la ruptura, anhelar lo que pudo ser. Tal vez, el amor no nace de la vida. La genera.

  1. Esfuérzate en escribir.

Existir es oponerse, hendir los talones contra viento y marea. Escribir es abnegación, uno debe escribir su vida en la forma que vivirá. Ya lo dijo Gasset, hacerse digno de las circunstancias. Ser como aquel soldado romano que murió en la puerta de Pompeya, porque al estallar el Vesubio nadie rememoró licenciarlo. Eso es tener grandeza. Eso es morir por la casta.

Continuemos…

  1. Mézclate estrechamente con la vida.

Afirma Jung que, la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Siempre arriesga, morir no importa. È così. La vida y la muerte son viajes, actúa en consecuencia. Nadie tiene miedo a lo cotidiano, se teme únicamente a lo desconocido. Piensa a menudo en morir y, sin embargo, no tengas prisa en hacerlo.

Resígnate, diviértete, sonríe.

  1. Frecuenta a escritores consagrados.

¿Visitar a escritores? Vade retro. La expectativa genera decepción. Lo único que puedes esperar de un escritor es que escriba bien. El resto es farfolla.

  • No pierdas el tiempo.

Hic et nunc. Únicamente las personas abyectas viven pendientes del tic- tac de un reloj. El tiempo es una falacia gramatical o, en el mejor de los casos, un sanador filosófico inventado por los griegos; es un flatus vocis. Lo único que existe es la eternidad. No caigas en sus redes, no generes expectativas a menos que estés listo para decepcionarte. Hazlo ahora. La felicidad sólo se conjuga en presente indicativo.

  • Lee sin tregua.

Schopenhauer alguna vez escribió que leer es pensar con un cerebro ajeno. En efecto, también somos los versos que han escrito otros, los párrafos perpetuados por la eternidad… un idioma en común nos separa. Un aforismo casi hegeliano. En última instancia, leer, escribir y viajar son casi sinónimos. Leer es encontrar algo que va a existir. Escribir es el génesis que Dios impulsó: la creación. El viaje, como Mefistófeles, pulsa el botón y reaparecerás en cualquier lugar de la historia.

  • Escucha música y mira pintura.

La música es la partitura en la que está escrita el caos. La pintura es el sollozo del pensamiento. Yo prefiero ser poeta. Monet escribiendo Las flores del Mal, Cole Porter pintando El gran masturbador… La realidad la vivo como hombre: el arte es una fábula ajena al mundo.

  • No intentes explicarte

Las explicaciones sobran para quien no hace preguntas. Si lo aprecias, consérvalo para ti. No lo tergiverses, no lo desvirtúes, no lo corrompas. Ya lo dijo Whitman: ¿Que yo me contradigo? Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué? (Yo soy inmenso, contengo multitudes).

¿Explicarse? El pronominal es una aberración, ¿qué decir del imperativo? No hay consejo valga. Uno debe experimentar todo, guste o disguste, correr el riesgo de salir trasquilado o perder la crisma. Cuestión de talentos y de dotes, adicción a la vita pericolosa. Si las cosas son por sí mismas, no debe movernos el riesgo de perderlas o ganarlas, tan sólo disfrutarlas. Viviendo, se hace vida.

Tu libertad se dignifica cuando la arriesgas.

  1. Sigue el impulso de tu corazón.           

Los mayas lo anticiparon con su génesis, el Popul- Vuh: “Cuando tengas que elegir un camino, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca”. Son palabras que la razón no asimila, pero el corazón comprende.

  • Calla: la palabra mata al instinto creador.

Quédate con quien puedas compartir el silencio. Este último, es la forma más avanzada de lenguaje. La literatura en su afán de concebir el mundo propone algo impensable: edificar la realidad conforme al verbo. Uno debe escribir, ya sea por impulso o por ocio, y es que sólo lo conservado por escrito tiene posibilidades de llegar a ser algún día realidad. Razón llevan los taoístas, las únicas escrituras dignas de crédito son los rollos en blanco. Ahí, en el no-ser, en el silencio, en el vacío, es donde estalla y manifiesta el ser. Sólo conservarás aquello que no puedes perder en un naufragio. Todos podrán arrebatarte aquello que crees poseer, pero nadie podrá quitarte lo que eres.

Por mí y para mí, que el silencio sea mi epitafio. No hay valentía en la fatua tentativa, hablar es incurrir en tautologías, escuchar es abdicar ante la hipérbole.

No hace falta eterno retorno: aquí los verbos han dejado de conjugarse.

P.D. Compréndase el arrojo de aludir y referir a tantos próceres literarios. Todo está en los libros, o alguna vez fue así. Escribir es generalizar, exagerar y, sobre todo citar. Nosotros, los de entonces, volveremos a ser.

Se escribe por algo, aunque no para algo.

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