viernes, noviembre 15 2024

Por: Mario Alberto Mejía

En poder de quien esto escribe se encuentra un larguísimo documento expedido por el Primer Tribunal Unitario del Vigésimo Séptimo Circuito, con sede en Cancún, relacionado con la revocación de las negativas de órdenes de aprehensión y el obsequio de las mismas a Mario Marín Torres, Kamel Nacif, Adolfo Karam y Juan Sánchez Moreno.

En virtud de la extensión del documento, a lo largo de los siguientes días iré compartiendo con el hipócrita lector algunos aspectos claves del célebre caso que ha vuelto a generar una enorme expectación.

Debo decir que dicho expediente llegó a mis manos por vías de terceros.

(Así se dice en el argot de los abogados).

Una vez que quien esto escribe dio a conocer el sábado 13 de abril —a las 13:29— la noticia de las órdenes de aprehensión giradas, ocurrieron varias cosas:

Un silencio abrumador durante varias horas, un intento de descalificación del contenido de mi columna y la aceptación final de lo ahí escrito.

No faltó entre la prensa local quien desdeñó el caso porque “el delito ya había prescrito”.

Nada de eso.

El delito de tortura no prescribe jamás.

Éste es un buen ejemplo.

Sobra decir que se equivocan quienes piensan que Mario Marín ya fue juzgado por la Suprema Corte de Justicia en 2007.

En aquella ocasión se juzgó la violación de las garantías individuales de la periodista Lydia Cacho.

Nunca, jamás, un tema penal como es la tortura.

En consecuencia: el ex gobernador de Puebla no había sido juzgado por este delito, mismo que tiene una característica: es un delito grave que no alcanza fianza.

En otras palabras:

Él y los otros tres imputados —una vez capturados— tendrán que enfrentar el proceso en prisión.

No hay amparo que valga.

(Juan Sánchez Moreno ya fue aprehendido y se encuentra enfrentando su caso en una cárcel de Cancún).

El 27 de noviembre de 2018 fue martes.

Ese día, Mario Marín se enteró que el juez segundo de Distrito de Quintana Roo se había negado a librar la orden de aprehensión en contra de los arriba señalados.

Una de las razones planteadas fue que el empresario Kamel Nacif —instigador central del señalamiento de tortura— no era servidor público.

El citado juez argumentó que al ser un particular se rompía la cadena del supuesto delito.

También exoneraba a Marín, Karam y Sánchez Moreno por no hallar las pruebas suficientes que los inculparan.

Faltaban cuatro días para que Andrés Manuel López Obrador rindiera protesta como presidente de la República.

Eran los tiempos, todavía, de la impunidad de años que había mantenido a salvo a Marín.

No fue casualidad que antes del arribo de la nueva administración la justicia mexicana dejara libre de toda sospecha al ex gobernador.

Urgía pasarle la pelota al gobierno entrante.

Una pelota de fuego, por cierto, lanzada por el Comité de Derechos Humanos de la ONU —con sede en Ginebra, Suiza.

Dicho Comité le exigía al Estado mexicano una disculpa pública a Lydia Cacho y la reposición del caso que había agraviado a la sociedad mexicana.

La disculpa pública se dio en enero.

La reposición del proceso llevó su tiempo.

El nuevo gobierno llevaba horas en funciones cuando la Procuraduría General de la República —hoy convertida en Fiscalía— se inconformó con el resolutivo del juez e interpuso un recurso de apelación.

El cuatro de diciembre fue admitido dicho recurso, y la causa penal fue enviada al Primer Tribunal Unitario.

El 12 de diciembre —día de la Virgen de Guadalupe—, la causa llegó al escritorio de la magistrada María Elena Suárez Préstamo y se radicó el toca penal bajo el número 354/2018-II.

Pero el 26 de diciembre se declaró mal admitido el recurso, por lo que se ordenó la devolución del duplicado de la causa penal al juzgado de origen: el Segundo de Distrito.

¿El fin?

Que la demandante —Lydia Cacho— tuviera conocimiento del fallo del juez y, en su caso, también apelara el resolutivo.

El 28 de diciembre, dicho juez envió el documento a la periodista, y el martes 8 de enero de 2019 ordenó de nuevo remitir los autos al Primer Tribunal Unitario.

Ocho día después —el 16 de enero- se radicó el toca penal 4/2019-IV.

Ese día empezó la pesadilla de Marín, Nacif, Karam y Sánchez Moreno.

Y es que no hay que olvidar que en cuanto ocurría algún movimiento en la causa penal, el primero en enterarse era el gobernador.

No fue casualidad que el 11 de abril, cuando se obsequiaron las cuatro bellísimas órdenes de aprehensión, Marín —de inmediato— recibió la notificación informal, hizo maletas y desapareció del escenario poblano.

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Armenta y Larios: el “No es No”

Hay quienes afirman en Morena que Alejandro Armenta ya pactó con el panismo en aras de lastimar la candidatura de Miguel Barbosa Huerta.

El quintacolumnista buceó en estos días en aguas albiazules y pescó algunos peces:

Que un emisario de Héctor Larios, secretario general del CEN del PAN, lo buscó para iniciar un diálogo.

Que Armenta dijo “no” a la invitación.

Que el emisario de Larios insistió.

Que el senador con licencia volvió a decir “no, no, muchas gracias”.

Que por tercera vez buscaron el encuentro.

Que “no es no” fue la última respuesta.

¿Qué quería Larios de Armenta?

Lo previsible: que traicionara a Barbosa y a Morena, y que le diera oxígeno al muertito que traen de candidato a la gubernatura.

Un tal Enrique Cárdenas de Hinojosa.

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Las Campañas Contra Gutiérrez Müller

Haga lo que haga, Beatriz Gutiérrez Müller será criticada hasta el exceso por un sector de la prensa mexicana.

Eso de compararla con Paulina López Portillo Romano, hija del ex presidente de México, fue un exceso como muchos otros.

¿Qué les duele a sus críticos?

Infinidad de cosas:

Que no sea una primera dama como las anteriores, que tenga su historia de México bien aprendida, que sea dueña de sus propias ideas, que sepa distinguir entre un soneto y una décima, que no esté peleada con la escritura y la lectura, y que no sea monotemática y aburrida como sus predecesoras.

Pero haga lo que haga, Beatriz seguirá poniendo de pésimo humor a sus críticos, a quienes termina por desayunárselos vía las redes sociales inevitablemente.

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Los Escándalos Poblanos de Rafael Herrerías

Se dice “doctor”, pero es veterinario.

Ha protagonizado mil escándalos en tres terrenos: futbol, toros y Hacienda.

Su nombre está ligado a los tribunales, a la nota roja y a la prensa de corazón.

Hace unos días se metió en Puebla con quien no debía meterse.

Rafael Herrerías Olea anda por estos rumbos en busca de incautos.

Si se lo encuentra aplique la de López Obrador con Ricardo Anaya:

Cuídese bien la cartera.

Viene en camino información brutal sobre este personaje.

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