La Quinta Columna
Por Mario Alberto Mejía
Muy seria, emocionada, frente en alto, gesto solemne, la diputada local Paola Ruiz García, suplente de Yadira Lira —titular del Deporte en Puebla—, recibe metida en su toga y birrete un doctorado honoris causa por una institución patito: el Claustro Doctoral Universidad SIATI.
El monto de la distinción anda en treinta mil pesos y la han recibido periodistas, locutores, políticos en descenso y hasta Carlos Talavera, ex aspirante a Fiscal General del Estado que recientemente fue ingresado a prisión.
En su momento, hasta Laura Bozzo, la locutora peruana residente en México, fue objeto de un doctorado similar, aunque a ella se lo otorgó — por una cantidad similar— el Claustro Académico Universitario.
Las razones para dar el Honoris Causa a una larga legión de parias y pipitillas suele ser la misma: “Por su trayectoria de servicio a la comunidad dentro de los principios y valores contenidos en la carta de las Naciones Unidas”.
En el caso de la señora Bozzo no escasearon las críticas.
En su momento, Francisco Javier García Ramírez, representante de la Asociación de Equidad y Género y miembro del Consejo Doctoral Mexicano, pidió que se revisara el nombramiento, ya que, dijo, eso “desprestigia a todos aquellos que con estudio y aportes a la sociedad han recibido esa distinción”.
Pues sí: mediante una módica suma de treinta mil pesos.
Ese mismo personaje alertó sobre un “mercado negro” para otorgar nombramientos por parte instituciones educativas que, como el caso del Claustro Académico Universitario, “carecen del Registro de Validez Oficial de Estudios (RVOE) y otorgan títulos de doctorado derivado de un donativo”.
En Puebla son muy comunes casos como el de la diputada local.
La duda que mata es cómo habrá que dirigirse a ella de hoy en adelante: como legisladora o como “doitora”.