lunes, diciembre 23 2024

La Quinta Columna
Por Mario Alberto Mejía

Hace unos días, a finales de agosto, quien esto escribe dibujó las siguientes líneas sobre un personaje (trágico) de novela rusa: Juan Carlos Lastiri.

Lastiri ya asomó la nariz en la telenovela del momento: la Estafa Maestra.

No tardará en asomar también las orejas, las manos y los pies.

Siempre estuvimos claros de una cosa: la riqueza súbita —su súbita riqueza— no era gratuita.

Tenía que venir de algún lado.

Y ese lado estaba a unos centímetros de Rosario Robles.

Y no es lodo: es un hoyo negro que huele a cloaca.

Llama la atención, por cierto, que Lastiri —de un tiempo a acá tan desaparecido— esté tan de manteles largo en su natal Zacatlán, donde construyó un lujoso y carísimo spa llamado Casa San Miguel, muy a la altura de su ego.

Y vaya que necesita al arcángel para enfrentar al demonio del insomnio, pues los demás integrantes de la Estafa Maestra tampoco pueden conciliar el sueño.

Hasta aquí las líneas de agosto.

En enero pasado, varios ladrones ingresaron a la residencia que Lastiri tiene en La Vista.

Conservadoramente hablando, se llevaron once millones de pesos en efectivo —se hablaba de 200— y algunos finísimos relojes.

Finísimos y carísimos como el que se regaló en diciembre pasado, cuando adquirió en 39 mil dólares un Girard Perregaux.

“Me lo obsequié de Navidad”, presumía en todos lados.

Lastiri era un hombre feliz.

Era rico —brutalmente—, enamoradizo y sobre todo libre.

Empezó a perder la sonrisa cuando la Jefa Robles cayó en prisión.

El insomnio se fue a vivir a sus ojos y últimamente había desaparecido del mapa.

De no ser por algunos tuits esporádicos, Lastiri era un fantasma hecho y derecho.

Este miércoles, cuando corría en Zacatlán, seis ministeriales armados interrumpieron su dicha.

—¿Quién es Juan Carlos Lastiri? —preguntaron.

—Yo — dijo temeroso.

Sin mediar palabra —ni protocolo judicial— lo subieron a una Cherokee color vino.

No le leyeron, faltaba más, sus derechos.

Quizás lo hicieron una vez que arrancaron, dejando a sus acompañantes metidos en la palabra pasmo.

Hoy Lastiri dormirá en el Reclusorio Oriente, y empezará a enfrentar un proceso que amenaza con alargarse.

Su pecado fue firmar tres de los contratos simulados que sirvieron para desviar 5 mil millones de pesos.

Nuestro personaje —al decir de las fuentes consultadas— participó en el mal manejo de 300 millones.

Sólo eso.

Lo mismo hicieron pero en una mayor proporción otros dos hombres cercanos a Rosario Robles que no han sido detenidos: Emilio Zebadúa —ex pareja sentimental de Carmen Aristegui— y Ramón Sosamontes.

Mal empieza la semana de Muertos quien es aprehendido en miércoles.

Allá dentro tendrá mucho que pensar.
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Reglas Violadas en la Puja por la Auditoría

En el proceso para arribar a la titularidad de la Auditoría Superior del Estado, cinco de los nueve aspirantes violarían el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos en caso de ser elegidos por el Congreso local.

Y es que son auditores externos.

Vea el hipócrita lector:

Gilberto Tomás Ricardo Hidalgo Moreno pertenece a Grupo Bra Hidalgo, Asesores, Tributario Contable y de Negocios.

Eligio Sierra Peña, otro aspirante a la ASE, figura en Oliver Consultoría.

Otra más que aspira a la titularidad del organismo es Francisco Romeo Serrano, quien es parte de Romero Serrano y Asociados.

Salvador Sánchez Ruanova y Julio César Barrosa Huesca, quienes figuran bajo los registros ASP-084 y ASP-087 de la Auditoría de Puebla, respectivamente, también incurrirían en un conflicto de intereses.

En consecuencia, de los nueve aspirantes sólo cuatro cumplirían los requisitos.

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