sábado, noviembre 23 2024

Para conocer la verdadera historia de alguien es preciso no quedarse en la superficie, mucho menos en lo que dice la prensa que oscila en la mar de intereses y publica según caigan del cielo los chayotes. 

La designación de Ricardo Velázquez como consejero jurídico fue otro de los nombramientos de Miguel Barbosa que llamaron la atención. 

¿Quién es Ricardo Velázquez? 

Citar todo su CV quitaría mucho tiempo, pero se ha desempeñado como consejero, asesor jurídico, juez, magistrado y presidente de la junta de administración del Poder Judicial del Estado de Puebla, entre otras posiciones. Y cuando se sugiere que para conocer la historia de un hombre hay que hurgar en todas las capas posibles, es porque en este caso en específico, Luis Miguel Barbosa dio muestra de su madurez política, ya que no se dejó influir por voces maledicentes poco enteradas de la realidad que se mostraron  sorprendidas con la llegada Velázquez  a la consejería, por una razón: porque fue consejero jurídico de Mario Marín. Es cierto; sin embargo, sólo unos cuantos  saben lo que pasó tras bambalinas con respecto al papel que Velázquez jugó en el lamentable caso Lydia Cacho… 

Desafortunadamente el poder a mansalva pierde a la gente que no está preparada para ello, y eso fue lo que le sucedió a Mario Marín, sin embargo, no todos los que lo rodeaban para el momento de su metamorfosis estuvieron de acuerdo en su proceder, uno de ellos era su consejero jurídico, quien fue de los pocos que se acercaron a él cuando la ola estaba cayendo sobre su cabeza, para literalmente, aconsejarle y sugerirle que saliera a pedir perdón a la periodista y a la opinión pública en vez de montarse en el tren de la soberbia como acabó por hacerlo hasta convertirse en un impresentable y hoy en un prófugo de la justicia. En ese tiempo Velázquez llevó a cabo la labor para la que había sido encomendado desde un principio: aconsejar, y no sólo en términos jurídicos sino pasándose al terreno de lo moral, de lo ético,  lo que propició que el grupo compacto del Marín comenzara a grillarlo como suele suceder en las cúpulas del poder.  

Velázquez jamás estuvo de acuerdo en el trato que Marín le dio a Lydia Cacho y así se lo hizo saber desde el primer día, lo que enfureció al gobernador a tal grado que no tardó en remover al consejero del cargo para después dárselo a una abogada, que por cierto, más tarde trabajó para Martha Érika Alonso. Lo demás es historia. 

Por su paso en la consejería jurídica marinista, esta designación de Barbosa generó polémica, sin embargo, desde su candidatura el discurso fue el de la reconciliación y la suma de talentos; Velázquez es un abogado avezado y respetado que se ha ganado cada uno de los lugares que ha ocupado.   

Que las circunstancias del pasado lo hayan colocado en una posición incómoda, no es responsabilidad suya; por lo tanto no hay que ver el árbol si hay un bosque inmenso alrededor. Siempre es importante conocer lo que pasó dentro del estómago de la ballena, y como espectadores echar mano del sentido común: ¿quién sino aquel que estuvo dentro conoce mejor que nadie las luces y las sombras del leviatán? 

Salir vivo, y sobre todo, ileso, es prueba de que se tienen tamaños y talento. 

A veces el lado B de historia, la que da pereza escudriñar por falta de curiosidad, es el lado correcto. No en balde el día de hoy, Ricardo Velázquez se ha convertido en uno de los personajes más cercanos a Barbosa; con quien comparte la mesa en Casa Aguayo, con uno de los pocos con el que puede hablar de historia, a quien a la menor provocación califica como “su alma gemela”.  

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