miércoles, diciembre 25 2024

Por Cecy Rendón 

El periodo de cuarentena nos ha forzado a vernos en espejos que habíamos evitado por mucho tiempo. La industria farmacéutica busca desenfrenadamente una cura, la economía intenta sobrevivir a una pandemia que ha golpeado el planeta entero, y nosotros como personas estamos atravesando, de una forma u otra, una crisis, personal, económica, sanitaria y sobre todo emocional… que por cierto es la crisis menos mencionada en los medios. 

En un mundo en donde tenemos la ilusión de la certidumbre, la incertidumbre que ha generado la cuarentena nos está obligando a luchar día con día con nuestros demonios internos, tratando de mantenerlos a raya y evitar que nos hagan caer en la desesperación… o peor aún… la desesperanza. 

Muchos negocios hablan de la necesidad de reinventarse, de prepararse para la apertura, reinventarse para una nueva realidad, un nuevo mundo y un nuevo tipo de cliente y consumidor. A nivel personal, el reto es mucho más profundo, más que reinventarnos, este espacio de tiempo tiene que ser un momento de renacimiento. Y pecando de utilizar el cliché más cliché, cuando se trata de renacimientos, tomemos como ejemplo una oruga que se convierte en mariposa; la cuarentena es nuestro capullo. 

Renacer suena muy romántico en la teoría, o en alguna imagen para redes sociales, pero en la realidad tiende a ser un concepto más bien efímero, poco práctico y mucho menos tangible.  

¿Qué implica renacer durante y después de la pandemia? En esencia se podría resumir en una palabra: atreverse. Atreverse a hacer las cosas diferentes, atreverse a romper los viejos esquemas, atreverse a vivir bajo nuevas creencias, atreverse a ser todo aquello que queramos ser… atreverse a ser mejores, más auténticos, más reales. 

El ritmo de la vida ha disminuido, y en algunos casos pareciera que se ha detenido. Este cambio de ritmo puede ser un periodo para preparar ese tan necesario renacimiento, como personas, como sociedades, como humanidad… pero todo comienza contigo. 

¿Cómo puedo ser más generoso? ¿Cómo puedo dar más de mí al mundo? ¿Qué muero de ganas de hacer y no he hecho? ¿Qué parte de mi puedo mejorar? ¿Qué talentos no he explotado? ¿A qué me gustaría atreverme? 

Si logramos responder y además poner en práctica una sola de estas preguntas, habremos logrado comenzar nuestro propio renacimiento. Más allá de la incertidumbre y el miedo que las últimas semanas han generado, podemos tomar el control de nuestras vidas, de nuestro presente y crear una mejor versión de nosotros mismos, un mejor futuro… y renacer en una mejor persona. 

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