sábado, diciembre 21 2024

Por Samantha Páez / @samantras

Anteriormente había tocado el tema de la publicidad sexista, pero ahora quiero abordar la relación que tiene con la violencia sexual, en especialmente con el acoso, abuso y hostigamiento sexual.

Ustedes se preguntarán: ¿cómo es que se relacionan estos dos temas? Si de manera constante vemos imágenes de mujeres semidesnudas para anunciar cualquier producto -desde materiales de construcción hasta copias-, si en muchas ocasiones ni siquiera tienen rostro o están en sustitución de objetos -como mesas o tapetes-, normalizamos que son objetos y como objetos podemos usarlas. Una de esas formas para usarlas es para satisfacer el deseo sexual.

El tema no es menor cuando vemos las cifras de violencia sexual en Puebla. De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a junio de 2020, hubo 150 llamadas de emergencia relacionadas con abuso y hostigamiento sexual, así como violación. Es decir, casi todos los días hubo llamadas para denunciar violencia sexual.

Por otra parte, datos de la Fiscalía General del estado de Puebla indican que, de enero a julio de 2020, se iniciaron 1070 carpetas de investigación por delitos como: abuso, acoso y su tentativa y hostigamiento sexual, así como por ultrajes a la moral. Con estas cifras se habrían cometido, por lo menos, cinco delitos sexuales al día.

Aunque si tomamos en cuenta que la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2014 estimó que el 94% de los delitos sexuales no se denuncia, tendríamos una idea más clara de la violencia sexual en el estado.

Además, a raíz de la reforma a la Ley de Protección del Ambiente Natural y Desarrollo Sustentable del estado de Puebla, todos los municipios -sí, los 217- tienen la obligación de prohibir la colocación de anuncios publicitarios sexistas, degradantes o peyorativos sobre las mujeres.

De acuerdo con esa reforma se considera como publicidad sexista: “aquella que presenta hechos, acciones, símbolos y expresiones basadas en estereotipos de los roles de género que atribuyan o asocien características denigrantes, de exclusión, de sumisión, de racismo, de burla, de animadversión o cualquier otra forma de discriminación hacia el género femenino”.

Por si no quedara claro, en la Guía de intervención ante la publicidad sexista, que el gobierno español publicó en 2008, se dan algunas pautas.

Regreso a la importancia del tema, la publicidad sexista -como parte de la violencia simbólica de las mujeres- “constituye la forma más extrema y a la vez más sutil de dominación, por cuanto se ejerce sin necesidad de coerción física abierta”, dice la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim), en su Estudio Nacional sobre las Fuentes, Orígenes y Factores que Producen y Reproducen la Violencia contra las Mujeres.

Por eso, desde el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del estado de Puebla hemos trabajado para erradicar la publicidad sexista en la entidad, no sólo presentado una iniciativa en marzo de 2019 para la tipificar la violencia simbólica; también participamos de mesas de trabajo con el ayuntamiento de Puebla para armonizar el Código Reglamentario con la reforma -podríamos hacerlo con el resto de municipios.

Además, en la aplicación CIVIX, del Centro de Integración Ciudadana (CIC), hay un botón para denunciar la publicidad sexista en el área metropolitana de Puebla. Basta con descargar la aplicación, iniciar un reporte de servicios públicos, seleccionar medio ambiente y allí aparece la opción de publicidad sexista.

Finalizo, las mujeres no somos objetos sexuales, no existimos para satisfacer los deseos de otras personas. Si los anuncios que nos rodean, cuando caminamos, cuando miramos televisión, escuchamos la radio o navegamos en internet, siguen reforzando esta idea, será muy difícil que pueda erradicarse la violencia sexual en cualquier espacio.

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