lunes, noviembre 4 2024

Tala/ Alejandra Gómez Macchia

No fue una multitud… porque la gente es esencialmente abúlica y falta de fe en este tipo de movimientos, sin embargo algo es cierto: si cada poblano que se queja de la ineptitud de Claudia Rivera marchara para pedir su renuncia, la fila llegaría de La Juárez a las puertas del Palacio Municipal, o parafraseando al clásico: si los inconformes volaran taparían la luz del sol.

Cada día; de mesa en mesa, en la fila del súper, en la sala de espera del banco, en la cola de las tortillas, en charlas de café, en algún acto público al que asisto y en el asiento trasero del Uber, escucho la misma frase: “La señora es un fracaso. Debe irse”. Y conste que el comentario no es exclusivo en el así llamado “círculo rojo”, es decir, no sólo su detractores o la gente de medios que ha recibido siempre como respuesta un palmo de narices, afirman que Claudia Rivera Vivanco brilla por su ineptitud, sino que en todos los sectores sociales el empacho pasó de ser una queja post-cafetera a convertirse en una preocupación real que ha puesto al pueblo en estado de alerta, sobre todo en temas de seguridad y gobernabilidad.

¿Y qué se obtiene como respuesta ante este escenario lamentable? El más obsceno de los silencios.

Este fin de semana llevé a una visita al centro histórico y me dio vergüenza que viera las condiciones en las que tienen el primer cuadro de la ciudad. Simplemente se ha vuelto un marranero, pues la alcaldesa que afirmó que no viajaría a París porque el avión contamina, también  piensa que la creación está peleada con el jabón. Me explico: durante años se luchó porque el primer cuadro fuera peatonal, al menos en días festivos y fines de semana. Ya ni soñar con que nuestro centro se vea un día como el centro de Oaxaca… son sueños de opio. Necesitaríamos un personaje como  Francisco Toledo en Puebla, pero en cambio sólo contamos con los parásitos culturales de siempre… en fin; el caso es que desde hace ya varios años se consiguió que durante los  fines de semana y días festivos las calles circundantes al parque estuvieran libres de automóviles. Cuando se obró el milagro, la catedral pudo mostrar su belleza desnuda, al igual que los portales y las casonas porfirianas de Reforma. ¿Que había ambulantes desde entonces? Seguro.

Vivimos en un país donde el desempleo te obliga a salir a la calle y ganar plata desde las trincheras de la informalidad, sin embargo, yo no había visto que se permitiera montar stands frente al portal de la 16 de septiembre. Puestos desorganizados que devienen caos entre los paseantes, y ya ni decir que la falta de espacio para caminar por ahí no te lleva a otra cosa más que al terreno propicio en el que los carteristas hacen su agosto con la mayor impunidad porque ¡oh, claro! los policías andan echándose al coleto una buena dosis de camote, mientras, como decía «La Doña», nuestro centro hiede a meados.

Estuve comiendo en el portal aproximadamente una hora y durante esa hora escuché que a tres turistas les dieron baje con sus teléfonos.

Esto sin añadir que en cuanto cae el sol y los puestos se levantan, las calles quedan más sucias que los barrios bajos de  París en tiempos de la peste negra.

Así pues, algunos grupos se organizaron vía redes sociales y convocaron una marcha para exigir la destitución de la alcaldesa y de la tropa de inanes que conforman su equipo. La marcha, repito, lució famélica frente a la mar de turistas que se dieron cita para el puente vacacional. Pero las marchas no son indicadores confiables del descontento, es sólo que la gente prefiere agazaparse porque, en efecto, hay un sentimiento de orfandad inconmensurable.

Hace unos días se reveló en una encuesta que el 80% de los poblanos a quienes se les preguntó si volverían a votar por Rivera Vivanco respondieron que no, y añadían: debe ser removida del cargo.

¿Es posible?

Sí, es posible en tanto el Congreso se anime a nombrar consejeros que levanten de sus respectivas sillas los onerosos traseros de los regidores actuales, y por supuesto, el de nuestra pseudo-poetisa doblada de pseudo-alcaldesa. Aunque sinceramente ese escenario es complicado de lograrse.

Recordemos: aquí no es España. Allá sí se remueven funcionarios y hasta jefes de Estado. Véase caso de Rajoy, que fue destituido del cargo con 180 votos a favor y 169 en contra vía el Congreso por sus escándalos de corrupción. A este tema se le conoce como “Caso Gürtel”. Y la cosa no paró ahí, ya que tras el dictamen, el PP (Partido Popular) fue condenado a pagar una jugosa multa.

En España le llaman Moción de Censura; aquí le podríamos llamar simple y llanamente echar a la incompetente a quien le importa un bledo nuestra ciudad.

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