domingo, diciembre 22 2024

por Flora Díaz-Morán de la Torre

 Puebla, Pue. 28 de Marzo, 2021

 

Querida Fauna:

Me imagino que puedes recordar a la perfección en dónde estabas la tarde del 24 de diciembre del 2018… yo sí.

Me veo sentada en el sillón de la sala de televisión en casa de mis papás. Por alguna inconsistencia del destino estaba lista antes que todos, esperando que mi marido terminara de anudarse la corbata (pues como bien sabes, saco y corbata son requerimientos para las fiestas católicas en casa de mis padres). “Es una cuestión de respeto”, nos decían repitiendo las frases y tradiciones de mi abuela. Entonces la Navidad no podía ser la excepción. Moría por estar en mi casa de Río, llena de gente alivianada, pero no, estaba en Pueblita con mis papás y sus amigos gachupines (falsos).

Y ahí estaba yo, con los tacones de punta, el vestido de noche, el maquillaje y el peinado, haciendo honor a la ocasión. Perdiendo el tiempo entre las redes sociales que parecían dispensar al mundo un poco de chorcha para paliar el mismo aburrimiento que yo sufría… La verdad es que bajé Tinder por ociosa y andaba nomás en el jijijí con un morenazo.

La noticia me golpeó en el pecho, inclemente, de forma cruda: la pareja de gobernadores viajaban juntos en un helicóptero, y así sin más, la nave se había caído. Y yo estuve con ellos apenas unos meses antes, cuando estaba el desmadre de la impugnación, antes de regresar a Brasil (ves que fui a Puebla a que me operaran de los ojos). 

La noticia corrió como reguero de tinta en las redes, incendió los teléfonos celulares más rápido que una chispa dentro de un almacén de pólvora.

En pocos minutos toda la ciudad, y todo el país, no hablaban de otra cosa. Especulaciones de su muerte (o de su supervivencia) llegaban por todas partes. Así paso el tiempo, el lapso entre la caída y la confirmación se sintió como un breve suspiro. Pronto ambas muertes se hicieron oficiales.

Debo confesar que lo que me sorprendió más que la noticia de su muerte, fue la reacción de toda la “buena sociedad poblana”, y es por eso, querida amiga, que te escribo esta carta. Vine de rápido a  Puebla este fin de semana por un asunto de mi hombre, pero me regreso mañana, así que por eso no te busqué. Heme aquí, en la vieja casa de La Paz,  tomando una ginebra en este extraño domingo invadido por una capa de polvo en el ambiente, caí en cuenta que ya han pasado más de dos años, y la hipocresía en la que vivimos (que para ser justos hemos vivido siempre, antes y después del accidente) sigue exactamente el mismo curso. Acá no cambia nada, lo comprobé ayer en una fiesta a la que fui en la que, precisamente, hablaban de los difuntos y cómo los extrañan algunos (y otros no, evidentemente).  Ni los apellidos ni la mochería ni las puñaladas por la espalda cambian. No sé si es más por aburrimiento que por hartazgo que te escribo, pero los dobleces en las pulcras conciencias poblanas van más allá de mi entendimiento. Y te iré contando porqué lo digo, sin embargo, hoy el tema que me rondó la cabeza fue el de los gobernadores caídos.

“Era gay”. “Era un corrupto”. “Ella era igual, seguramente quería seguir robando”. “Todos sabían que estaba metido con los huachicoleros”. Bla, bla, bla, qué pinche hueva. En esa fiesta que comento, ni los cubrebocas les taparon el hocico a aquellos que en otros tiempos se ponían de tapete con ellos. En fin…  

En ese mismo tono siguieron llegando los mensajes el mero día del accidente y hoy, dos años más tarde, es la misma cantaleta.

Acusaron al difunto de homosexual, corrupto, ladrón y huachicolero, juzgando la homosexualidad como un pecado de gravedad equiparable con crímenes que se pagan con cárcel (como la corrupción y el huachicol). ¡Por dios, si en esa misma fiesta había tres o cuatro compadritos que se dan entre sí cuando retacan a sus esposas de Tafil! (ya te platicaré quiénes estuvieron y apoyarás mis sospechas). La neta es que dos de ellos son unos galanazos… si es cierto que andan, me encantaría verlos en acción, pero shhhhht. Del vouyerismo hablaremos luego, hay cada historia de mirones en nuestra casta y angélica ciudad. 

Pero a lo que iba con la doble moral en el caso de nuestros amigos fallecidos, es que nadie nunca se hubiera atrevido a decirlo mientras vivían. El tema se quedó en  unos cuantos chistes entre amigos  (sus enemigos y detractores públicos, obvio), en las mesas poblanas no era un tema del que se hablara abiertamente a menos que estuvieras ebrio y quisieras que te exiliaran seis años, mínimo.

Nuestra querida amiga Primavera, asidua invitada a las mesas de empresarios y políticos, fue la primera en mencionarme que las sospechas que siempre existieron. ¡Pero y eso qué, carajo! Si su matrimonio era verdaderamente una farsa, o si solamente fue la envidia de las malas lenguas, nunca lo sabremos. De todas formas, en Puebla lo que abundan son los matrimonios de utilería, ya sea porque al tipo le da miedo salir del closet, porque las señoras son unas inútiles que no viven sin un cabrón o por puros conflictos de interés. Dinero, dinero, el puto dinero que todo lo pervierte, ¿no?

Si él era o no gay, eso no afectaba su vida política o profesional… pero ojo, a estas alturas del siglo XXI, los poblanos no perdonan el horroroso delito de la libertad… a menos que los respectivos miembros de las parejas lleven un gps en el culo para no perderlos de vista, ¿cierto?

Seguimos atrapados en la hipocresía de las formas, entre sonrisas falsas y sentimientos reprimidos, pero nada de eso importa siempre y cuando mantengamos la cortesía y los buenos modales. Acá en Río todo es tan relax. La gente es libre, bella y muy muy caliente 😉

Como verás estoy cagada, amiga mía.  Harta de esta situación, y más ahora que regresaré a vivir definitivamente a la aldea.

Tú más que nadie sabes cómo capotear las embestidas de los paisanos, y voy a necesitar que me ayudes a readaptarme, pero no de la misma manera; tengo ganas de mandar a la fregada a todo aquel que se interponga entre mis vicios, mis anhelos y mi felicidad.

Tengo unos cuantos meses para preparar el terreno. ¿Estarás a mi lado?

¿Y tú qué?

¿Sigues feliz con el galán? Ya no supe bien, ¿eres la amiga, la novia o la amante? Conociéndote, seguro las tres cosas.

Pero volviendo al 24 de diciembre del 2018…

Las víctimas de ese convencionalismo podrido son las parejas engañadas por una falsa promesa de amor heterosexual que se ven rotas en el tálamo de la mentira, porque más de una amiga poblana nuestra ha cachado a su marido no con otra, sino con otro (el compadre, el socio, ¡hasta el adversario!) Urge vernos ya para platicar porque tenemos un amigo en común que está en ese trance: está hasta la madre de su fachada y quiere largarse de Puebla, rentar un yate y hacerse a la mar con una corte de efebos y putas, así me lo contó, son sus palabras. Y yo lo apoyo. No creo que lo haga, pero si se atreviera sería un escándalo absoluto y quiero estar ahí en primera fila para defenderlo.

No le escribo a Primavera porque ya me embriagué y es hora de ponerse el liguero y el neglillé. Ya sabes que a mi hombre le encantan esas cosas. Y muchas otras más que te contaré mientras volvemos a estar juntas.

¿Te acuerdas del pacto que hicimos cuando salimos de la prepa?

En una de esas se nos cumple.

Dile a Prima-Verssss que la quiero. Que se prepare porque voy con las pilas puestas y la bubis recién operadas. Que se olvide de la abstinencia y de sus juramentos porque el mundo se va a acabar y la va a agarrar rezando (como si sirviera de algo)…

Love U,

Flora

 

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