jueves, noviembre 21 2024

por Adela Ramírez

Es mayo y para los mexicanos se trata de un mes muy festivo, momento para celebrar con nuestras madres ¡a toda madre!, expresión muy popular que utilizamos de manera cotidiana.

Por supuesto, que, no es la única frase coloquial que existe, tenemos muchas, pues, el término madre cuenta con una impresionante ambivalencia. Puede ser utilizado de manera positiva y negativa, parece incalculable el número de composiciones que existen en torno a la palabra y su significado no se reduce al ser que nos dio la vida.

En nuestro país, todos los usos del vocablo madre son identificados fácilmente, se trata de uno de los elementos más representativos del lenguaje coloquial.

La palabra puede derivar en una connotación de miedo, venganza, sentido del olfato, desorden, interrogación y mucho más.

Si decimos: “está sobre esa madre” o “¿Dónde está esa madre?”, nos referimos a una ubicación geográfica.

Pero, es un diminutivo si nos referimos a alguien o a algo como: “¡Es una madrecita!”.

Si en cambio, alguien se refiere a una persona y afirma: “¡Es a toda madre!”, entonces se trata de un adjetivo calificativo, significa que es excelente ser humano.

En cambio, si queremos referirnos a alguien de manera despectiva utilizamos expresiones como: “¡No sé qué madres se cree!”  o “¡Vale pa´ pura madre!”.

Al decir: “¡No te creo ni madres!”, significa que somos escépticos.

Si planeamos “¡Vamos a darle en la madre!”, se trata de una venganza segura.

En México, nunca decimos NO, decimos “ni madres”.

Pero, si tenemos miedo expresamos: “¡Madrecita Santa!” o “¡Ay mamacita!”. 

En caso de algún accidente y debido a la impresión, es clásico que digamos: “¡Se dio en la madre!”, “¡Se partió la madre!”, “¡Le pusieron en la madre!” o “¡Ya valió madre!”

Si estamos lejos, la vista se nubla, o no alcanzamos a ver el efecto visual se explica como: “no se ve ni madres”.

Mientras que, si nuestro sentido del olfato se ve afectado, en la mayoría del territorio nacional exclamamos: “¡Esto huele a madres!”.

Si alguien bebe demasiado alcohol se dice que “está hasta la madre”, y si su sabor no es agradable se dice “sabe a madres”.

¡Lo que toca le da en la madre! Esta es una aseveración alquimista.

Y si juramos algo, se cree que mencionar a nuestra progenitora nos dará mayor credibilidad, por lo que se dice:    

“Por mi madre” o “Por mi madrecita santa que…”.

Si el contexto es sobre mecánica, aquí en México preguntamos “¿cómo funciona esta Madre?”.

Cuando existe un motivo de esperanza, expresamos algo como “esperemos que vaya jalando la madre esta”. 

Con incertidumbre, en este país nos cuestionamos “¿Qué tendrá esta madre?” o si dudamos de alguien “no te creo ni madres”.

Si queremos hacer un reclamo, aseguramos con ira “¡No tienes Madre!”.

Y si de indiferencia se trata podemos exclamar “¡Me vale Madres!”.

Una clara desaprobación categórica puede ser “¡Chingue su madre!” Ya sea para una situación o una persona en específico.

En cambio, cuando alguien nos decepciona podemos asegurar a nuestro interlocutor: “¡Qué poca madre tienes!”.

Para decir cosas positivas decimos de “poca madre”, si algo vale poco decimos “vale madre” y de ahí se genera el “valemadrismo”; es decir, que no le damos importancia.

Si algo se arruinó se dice “valió madre”, para saber si alguien dice la verdad le preguntamos “¿te cae de madre?”

La palabra “desmadre” la utilizamos para referirnos a un auténtico desorden.

Si estamos alegres por alguna buena noticia exclamamos: “¡A toda madre!” o “¡Está de poca madre!”

Cuando con una acción violenta se sale de control, se pierden los estribos y una discusión llega a los golpes llegamos a decir al ganador de la pelea: “Le rompiste todita su madre”.

De igual forma, si alguien se golpea exclama “me di un madrazo” o “me partí la madre”, que están relacionados con accidentarse.

Cuando alguien gana un salario bajo, “gana una madre”. Si tiene poco dinero, nada más “le queda una madre”, si es poquito una “minimadre” o una “madrecita”, y si es nada “no le queda ni madres”, pero si es mucho es un “puta madral”.

Pero, si sufrimos un fracaso nos lamentamos con la frase: “¡Ya valió madres!”

Para expresar enojo la frase “¡Chingada madre!” es la más utilizada.

Si alguien descubre algún escándalo, o tal vez recuera algo que debía hacer y el tiempo se le pasó pronunciamos: “¡En la madre!”

La palabra se usa como tratamiento genérico, pues en la calle alguien puede escuchar que le dicen “madre” o “madrecita” a una mujer solamente por su edad.

Para expresar una situación de hartazgo es fácil pronunciar “estoy hasta la madre”, o para decir que alguien maneja rápido se dice “va hecho la madre”, como la mayoría de los transportistas.

Como pudiste constatar, las composiciones con el término son variadas y usadas en una serie de fraseologismos de diversos contextos.

En este maravilloso México mágico, el idioma es enriquecido con la creatividad de su pueblo que es ¡a toda madre!

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