viernes, noviembre 15 2024

por Luis Munguía

“Subió a un taxi, pidió ayuda y encontraron su cuerpo desnudo a las afueras de la ciudad en un terreno baldío”.

Cada día leo titulares que involucran la muerte de una mujer, y pienso: ¿Qué pasaría si fuera mi madre, mi abuela, o mi prima? Pero, de pronto, siendo hombre, me invade un horrible miedo, temor a pensar: ¿y qué pasaría si también me pasara a mí?

La palabra feminicidio se ha vuelto parte del léxico cotidiano, y consiste en un crimen de odio contra mujeres por el simple hecho de serlo, sin embargo, ¿quién puede odiar a una mujer? Sabiendo que de ella has nacido, y de ellas has recibido las mayores atenciones. Ahí el problema: ¿y de tu padre cuándo recibiste una atención? Como ver que te lavara, te peinara o te cantara.

Crecí rodeado de mujeres, y genuinamente desarrollé una feminidad que me ha generado ciertas inseguridades, pues el problema de nuestra sociedad es pensar que ser femenino es malo.

Uñas postizas, cabello largo y cepillado, zapatos altos y un gusto por las bolsas… ¿quién nos dijo que eso les pertenece solamente a las mujeres? Incluso, pensar eso las limita a encasillarse en eso. ¿Y qué si una fémina no quiere ponerse uñas? ¿Y qué si usa el cabello corto? ¿Y qué si ella es femenina a su manera?

Debemos reconciliarnos con la feminidad, asumir como hombres que estamos siendo machos cuando no aceptamos que los niños jueguen con muñecas, por pensar que eso es incorrecto, jugando a ser dueños de libertades ajenas.

Empatizar con aquellas que salen en busca de comerse al mundo y ser dueñas de sus propias vidas. ¡Griten, pinten y quémenlo todo cuando a una más se la trague la tierra!, cuando un hombre atente contra aquella que juró amar y visibilizar que, en nombre del amor, se han cometido atrocidades a causa de los malos hábitos arraigados en las emociones.

Deseo que, como varones, sepamos desarrollar masculinidades sanas, que nos reconciliemos con nuestra parte femenina: esa que nace cuando nos duele ver llorar a mamá, o que emana cuando papá ejerce violencia sobre ella.

No repitiendo conductas, sino ejerciendo cambios. Regalando calidad.

Ser varón no es ser sinónimo de ser violento; es ser tierno, respetuoso y cariñoso. Es permanecer fuerte, pero asumiendo que ellas son igual de poderosas que nosotros.

¡Gritas como niña! ¡Lloras como niña! ¡Corres como niña! ¡Deja de hacer como niña!

Mi prima nunca gritó, mis amigas lloraban menos que yo y mis compañeras de atletismo siempre ganaban las carreras al ser fuertes y veloces.

¡Nunca fui como una niña!

Siempre fui yo, siendo libre.

No existen las mujeres actuando como mujeres y hombres actuando como hombres, pero sí existen humanos actuando como animales.

Diez mujeres al día son asesinadas. ¿El motivo? Ser mujeres.

Cincuenta y ocho mujeres y niñas aproximadamente son violadas cada día.

En México, el 80% de mujeres han sido víctima de violencia.

Que este ocho de marzo, y siempre, brillen en el firmamento aquellas a quienes callaron.

Que griten las que fueron violentadas, y que nosotros nos reconciliemos con nuestras feminidades.

Deseo que un día México nos explique ¿dónde dejó su feminidad?

 

 

 

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