viernes, noviembre 22 2024

 

Cuando veas pasar el tren del mame no dudes en subirte. Lo mismo que si ves pasar el último tren a Georgia, o Un Tranvía Llamado Deseo o el Expreso de media noche.

Los trenes son bonitos. Nostálgicos. Llevan dentro mucha gente que hace ruido. Gente con la que conversas o hasta con las que se puede entablar una caldeada discusión.

Los trenes del mame pasan todo el tiempo. Casi siempre que hay un escándalo o una muerte o cuando una estrella que se consideraba muerta, resucita.

Los trenes del mame más sabrosos son a los que te subes en bola, es decir, con una banda con la que puedas cotorrear y hasta hacer dos o tres desfiguros.

El tren del mame de este mes tiene un nombre conocido “Bohemian Rhapsody”, que es, como todos sabemos, el título de una de las rolas más emblemáticas del rock, y que hoy se ha puesto de moda gracias a vagones y vagones del tren del mame pilotado por el buen Freddie Mercury y sus compas de Queen.

Con cada tren del mame se presenta siempre el fenómeno conocido como “los millennials descubren…”. Y es que esa peculiar generación de individuos híper conectados se sorprende de casi todo, peo se sorprende solo un rato, y ese rato basta y sobra para que determinado hecho tome un auge tremendo.

Pues bien, los millennials acaban de conocer a Queen.

Puede ser que algunos ejemplares de millennial ya hubieran escuchado la canción que da nombre a la bio-pic. O quizás sea más probable que se supieran la de “chuntun tan, chuntun tan” (pisotón pisotón aplauso en los estadios), es decir: we will rock you.

Segurito que a los nacidos millennials les suena la rola, al igual que el “we are the champions”, pues, ¡oh sí!, todos los millennials se sienten campeones ya que sus padres ausentes suelen decirle así a sus hijos (sobre todo a los varones) por una suerte de parecer alivianados y cool.

Basta por ahora de hablar de los millennials. Lo importante acá es saber si la película es buena o no. Si es un tren del mame digno o no. Sin embargo, la respuesta es ambigua porque cada cabeza es un mundo y cada quien sus gustos.

Lo que sí puedo decir es que las caracterizaciones son FORMIDABLES, y en primerísimo lugar pondría a Bryan May.

Mientras veía la película con lágrimas en los ojos (yo siempre lloro en los cines) pensaba que el Bryan May de la película se ve más real que el verdadero Bryan May. Y la actuación es digna.

En una de las últimas escenas, Mercury le pide a May que se corte la greña porque ya no viene al caso, a lo que May le responde: yo nací así. Y lo creo. Supongo que Bryan May es uno de esos poquísimos hombres en el mundo que nacen pachones y se mueren pachones: un hombre musgo al que le vale pepino si la moda dice que su cabellera lo hace parecer un pubis de siciliana.

Otra de las grandes caracterizaciones es la de Bob Geldof.

Para quien no ubique muy bien al personaje, es el tipo que organiza el Live Aid, y que fue quien interpretó a “Pink” en la película de The Wall. Ah, y también tuvo un éxito radiofónico titulado “i dont like mondays”. Una canción sosa, pero pegajosa a la medida de la horrorosa era de los años 80.

Bob Geldof no necesitó figurar más tiempo en la película para ser un gran personaje. El Geldof de la peli es tan gris como gris fue el Geldof de la vida real, así que ¡palomita!

Sobre la historia…

No se me hace una película atrevida ni reveladora. Lo único parcialmente nuevo fue conocer la historia de amor con Mary. Porque poca gente sabía que Freddie tardó años en asumir su fascinación por el doble cachete, pero es que en ese tiempo la gente se tragaba el cuento de que rockstar que en mallas andaba y sus cejitas delineaba, lo hacía en aras de enarbolar el glam y la parafernalia del showbiz. ¡Si hasta los fans de la loca Liberace se horrorizaron cuando se enteraron que sus candelabro tenía realmente un doble propósito, como algunas motocicletas!

Bohemian Rhapsody es cursi, sí, pero satisface a los melancólicos y a los adictos a las palomitas con salsa Valentina.

Las escenas de los conciertos son precisas. Los movimientos y los outfits excéntricos de Mercury, inmejorables.

Lo que a mí me hubiera gustado ver es el drama que vivió Mercury a partir de que se le diagnostica con el virus del SIDA. También que abundaran más en los desmadres que aventaba. Ahí me quedó a deber mucho el guionista. Yo que soy morbosa hubiera querido asomarme a los últimos días de la reina madre, aunque el cierre en Wimbley es verdaderamente conmovedor.

Con Bohemian Rhapsody me di cuenta que me sé casi todas las canciones de Queen. Desde Keep yourself alive hasta las lacrimógenas pistas del Innuendo.

No sé a qué hora me las aprendí. Supongo que en esas largas jornadas de no hacer nada en la preparatoria…

Esperemos jubilosos el siguiente tren del mame. Que ya está aquí y se llama Stan Lee. ¿Quién se sube?

 

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