miércoles, diciembre 18 2024

por Carlos Meza Viveros

Como si tuviera muy en orden nuestra agonizante ciudad, la malograda alcaldesa, Claudia Rivera Vivanco, este fin de semana preparó sus maletitas para irse a dar un breve paseo por Cartagena de Indias, Colombia. Echó dentro de su beliz un par de polleras, sus chancletas pata de gallo y sus pareos hawaianos para ir a disfrutar de esa bellísima ciudad.

A Claudia parece no importarle que Puebla esté, literalmente, patas pa arriba, ni parece afectarle demasiado haber sido calificada por varios medios nacionales como una de las peores presidentas municipales del país. ¡No! Lo que anhela es desafanarse un ratito de los entuertos que le causan las constantes lapidaciones públicas que recibe (muy merecidamente) por parte de los periodistas poblanos, a quienes dice no necesitar porque se cree muy capaz de presumir sus logros (¿cuáles?) sin tener que recurrir a ellos.

Durante sus primeros nueve meses de gestión (sí, el tiempo en el que tarda en formarse un ser humano completito, y el mismo en el que ella no ha podido ordenar ni sus pensamientos) Claudia sólo ha viajado una vez al extranjero en plan oficial a Viena, en donde juran algunos de sus más allegados que realmente fue a casarse con su galán y gurú psicomágico en medio una ceremonia ritual celta, entre hobbits, elfos, hadas y uno que otro trol.

En aquella ocasión, el propósito del “voyage” fue estrechar lazos con los hermanos vieneses (según ella), pero se murmura que más bien iba a tomarse las selfies fuera del Mozarteum y del Burg, y a comer deliciosos buchtelns (bizcochos de ciruela) en Café Hawelka, en la famosa Dorotheergasse # 6, sin olvidar, obvio, pasar a comprarse un par de “Dirndl”, que no son otra cosa más que esos singulares vestidos tipo Heidy con delantal al frente que utilizan las mujeres de la alta montaña.

Recordemos que el plan original era conectar de Viena a París, pero a la mera hora Claudia decidió no acudir al encuentro de mujeres por el cambio climático, pues desde Puebla le empezaron a llover todo tipo de críticas ya que trascendió que su visita a Viena fue un pretexto para marchar a los altares (sin música de Handel),  pero eso sí; ¡con el tarot de Jodoroswky en la mano y su iPod cargado de canciones de Joaquín Sabina!

Ahora, señoras y señores,  la historia no suena muy distinta… la invitación a Colombia es, supuestamente, para “hermanar” a Cartagena con Puebla; y a dicha visita que durará tres días la acompaña su secretaria de turismo, Mónica Prida, aunque no dude el malicioso lector en pensar mal (y acertará) que esta segunda gira le sirva a nuestra alcaldesa para pasear como turista japonesa junto con su mentor espiritual y guía tántrico por aquel paradisiaco puerto que ha sido escenario de películas maravillosas como “La Misión”.

Ni hablar, Claudia, traes puñal.

Y como todos sabemos que la ciudad le importa un bledo, tengo a bien en  recomendarle que, ya que anda por allá, no se pierda la noche de arepas al 2×1. ¡Lástima que Fortunata y Ñañé lleven muchos años habitando la patria de los difuntos! pues de otra manera (y ya que le encanta ir a turistear so pretexto de ir a estrechar lazos entre ciudades) los poblanos le agradeceríamos que aprendiera algo de esos dos personajes locales que hicieron –con sus chicharrines y sus horchatas– más por su ciudad, que ella por la nuestra.

Lo digo sin acritud, ¡pero lo digo!

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