martes, noviembre 5 2024

Redacción

Luz Anyela Morales Quintero, docente de la Facultad de Derecho, recibió la Medalla al Mérito Criminológico “Alfonso Quiroz Cuarón”, por parte de la Sociedad Mexicana de Criminología, como un reconocimiento a la trascendencia de sus aportaciones en ese ámbito. “Fue una enorme y grata sorpresa, dado que no estaba enterada de que mi nombre hubiese sido postulado para ello”, expresó.

Doctora en Psicología Social y docente de la Licenciatura en Criminología, consideró que esta distinción es un reconocimiento a este plan de estudios de la BUAP: una institución con una importante infraestructura y grandes oportunidades para la docencia, la investigación y la vinculación social, dijo.

Tras referir que esta medalla es un gran honor, más como mujer, ya que en el área de la Criminología es mayor la brecha entre mujeres y hombres, afirmó que es también un reconocimiento al trabajo realizado por más de 15 años, “que lejos de ser individual, ha sido colaborativo”.

En su opinión, la Criminología es una ciencia indispensable que busca comprender, prevenir y reducir la violencia y la delincuencia, así como fomentar la convivencia pacífica. “En un país como el nuestro, que se ubica en el lugar 136 de 163 en el índice de paz global, con un registro elevado en homicidio, feminicidio y violencia familiar, que tiene una cifra negra superior al 90% -es decir que de cada 100 delitos de los que somos víctimas se denuncian menos de 10-; con altos niveles de desconfianza en las autoridades y una elevada percepción de inseguridad”.

Entre otras publicaciones de la doctora Anyela Morales, como autora y coautora, destacan Justicia terapéutica: experiencias y aplicaciones; Neurocriminología: aproximaciones biosociales y desafíos para la Criminología actual; Psicología Jurídica, Criminológica y Forense en México: estado del arte; y, Psicopatología forense ¿Para qué? Sus principales líneas de investigación se orientan a las emociones, empatía y violencia, variables clave en la Justicia Terapéutica y prevención de la violencia.

Adscrita a la Facultad de Derecho, colabora también con la Universidad de Vigo, en el proyecto “Evaluación de Justicia Terapéutica”; con la Universidad de Oviedo, en “Evaluación de conductas antisociales”; y en “Prevención de la violencia: alternativas a la discriminación: educando para una cultura de paz a través de la participación social”, en el Cuerpo Académico “Discriminación, violencia y cultura de paz”.

Al referirse a la academia su rostro se ilumina: “La docencia es mi elección, mi vocación. Es una profesión noble y me siento afortunada de trabajar en lo que me gusta. Desde niña mi juego favorito era ser profesora. Además, he tenido la fortuna de tener grandes maestros”. Entre éstos mencionó a Nancy Vargas, de las primeras psicólogas en trabajar en cárceles en Colombia; Vicente Garrido Genovés, de la Universidad de Valencia, ícono de la Criminología hispana; y Francisca Fariña, de la Universidad de Vigo, pionera en el desarrollo de la Justicia Terapéutica en Iberoamérica.

“Son muchas las bondades de impartir clases, como docentes estamos en constante aprendizaje, dedicamos tiempo a pensar, a construir respuestas, a generar y aplicar conocimiento. Y lo más importante: interactuar con los estudiantes. Es estimulante atender sus preguntas, compartir la curiosidad por el conocimiento y trabajar juntos en la solución de problemas sociales. Ser testigo de su iniciativa, de su evolución, de sus compromisos con causas justas y de cómo se convierten en profesionales exitosos; es invaluable”.

Entre los juristas que han recibido esta medalla -cuyo nombre se debe al primer criminólogo en México destacado por establecer el estudio psicológico de los delincuentes, con el fin de buscar su rehabilitación- sobresalen Sergio García Ramírez, María de la Luz Lima Malvido, Octavio Alberto Orellana Wiarco, Ruth Villanueva Castilleja, Antonio Sánchez Galindo, Héctor Solís Quiroga, Manuel Vidaurri Aréchiga y Ricardo Franco Guzmán.

Para la doctora Luz Anyela Morales Quintero, originaria de Colombia, el conocimiento y la educación sí pueden hacer de este mundo un lugar mejor para todas y todos. De aquí su empeño para lograr que sus alumnos se contagien de esta convicción y de su pasión por la docencia y la investigación aplicada, para transitar hacia ese cometido.

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