El amor en tiempos de la guerra contra el huachicol
El desabasto de gasolina ha sido el tema de la semana, sobre todo en redes sociales.
Sin embargo, recordemos algo: las redes sociales no son la fuente más confiable que existe, ya que en ellas habitan personajes que hacen del ocio una constante y pestilente bulimia.
Desde que AMLO mandó a cerrar los ductos, los usuarios de las redes ya no andan en la caza de notas como “qué es esa mancha negra que se mira en la tierra desde el espacio exterior” o “mirad el video donde un corrillo de gringas muestran las tetas en Playa del Carmen”.
Queen ha pasado de moda.
La película Roma, también.
De la muerte de los Moreno Valle-Alonso ahora se escuchan sólo insensateces como que se dieron a la fuga y viven su exilio dorado en Dubai.
De eso están llenas las redes.
Lo de hoy es el desabasto.
Memes que giran en torno al huachicol: una palabra que existe desde hace años, pero que hoy todo el mundo la trae de llavero.
Por supuesto que hay estaciones de gasolina que no tienen combustible.
También hay gente que ha pasado días enteros haciendo cola en espera a surtir sus carros con el líquido vital.
Sin embargo, el verdadero descontrol radica en la paranoia que genera la desinformación.
En mi particular punto de vista, he estado en desacuerdo con varias de las acciones que el presidente ha puesto en marcha porque me parecen ocurrencias sin sentido (el tema del aeropuerto, el tema de la Armada Nacional, y el caso Puebla), sin embargo, cerrar los ductos para poder detectar quiénes se surtían a manos llenas desde la sombra me parece el primer gran acierto del gobierno de AMLO.
¿Quiénes son los que verdaderamente padecen esto?
La gente que tiene que moverse diario en carro o en camionetas para ofrecer un servicio: fleteros, taxistas, proveedores de insumos alimenticios.
Este sector sí se está viendo afectado tras la medida, no así los demás: quienes podemos fácilmente prescindir un tiempo del carro y tomar transporte público o de plano agarrar una bicicleta.
Pero la realidad es otra, y esa es que somos esclavos del automóvil.
Presas de un pánico sin sentido, quienes conforman el tribunal ético y moral de las redes sociales ya han sentenciado que esto es la debacle, y lanzan a los espacios virtuales consignas paranoides como: “ya estamos a un paso de ser Venezuela o Cuba”.
El resultado final de esta acción emprendida por el presidente se conocerá con el tiempo. Debemos confiar un poco y no caer en el error de seguir prefiriendo la corrupción a cambio de una realidad que no nos molesta porque camina en carros último modelo.
El huchicoleo no es sólo extraer combustible de los ductos.
Huachicolear puede ser también la acción de succionarnos a diario el sentido común al dejarnos llevar por la histeria de aquellos que no hacen otra cosa más que tirar a las redes una dosis diaria de mierda bruta.
Aguas ahí.