A Ras de Suelo
Por Isabel Espinosa*
El escenario de la pandemia en Puebla no tiene hasta el momento un fin certero, ni un inicio a la normalidad que nos devuelva aún el aliento. Hemos estado por más de cuatro meses en la incertidumbre de cómo y cuándo se retomará la vida cotidiana de las y los poblanos. A la fecha lo único que conocemos con seguridad es el incremento de casos de COVID – 19, con una cifra acumulada de 22 mil 889 con un resultado positivo, así como de 2 mil 750 defunciones derivadas del contagio del virus.
A raíz de ello, las autoridades en sus tres ámbitos han manejado esta situación mediante un semáforo que permite calificar las actividades que podrá realizar la entidad de acuerdo con color en el que se encuentre, lamentablemente Puebla permanecemos en el semáforo rojo lo que indica que solo podrán realizarse actividades esenciales, es decir, la vida comercial y económica aún sigue con el freno de mano puesto.
Lo que debemos tomar en cuenta es que existen actividades esenciales y permanentes que no se encuentran a negociación en temas de pandemia, como lo son los servicios de salud, por obviedad de circunstancias, y la seguridad pública, esta última obligada por la permanente incidencia delictiva que no se ha tomado respiro pese a que la ciudadanía se encuentra en pleno estado de indefensión, quienes no solo deben garantizarse el alimento, y lo necesario para continuar con una vida digna, sino que deben cuidarse de los amantes de lo ajeno.
Una vez que ya reconocimos que las y los policías poblanos no tienen la oportunidad de esquivar la enfermedad en sus casas, considero importante responsabilizarnos de esta situación de salud pública que a todos incumbe.
Hasta el momento no se ha hablado de una cifra oficial cuántos policías han sido infectados en nuestra entidad, ya que, al groso de la cifra total, no podemos dejar pasar por alto que existe personal de las instituciones de Seguridad Pública que se encuentren dentro de la estadística, tampoco podemos encontrar comunicados oficiales que nos hablen de los decesos a raíz de este virus.
Las y los más preocupados deben ser los mismos agentes de policía al no tener la certeza de cómo se les está protegiendo, considerar que dentro de las mismas instituciones pueden existir mejores estrategias para procurar la salud de sus integrantes, como roles de horarios en áreas administrativas, identificar quien puede realizar trabajo en casa, exigencia del uso de cubre bocas de manera permanente mientras se encuentren en servicio, y procurar que no concurran más de tres personas en oficinas de espacio reducido.
Reconocer que, entre los mismos agentes de policía existen grupos vulnerables, los cuáles deben de sentir la protección y apoyo de la corporación a la que pertenecen, lo primordial es no negociar con la salud de ningún policía, y no dejar de buscar mejores condiciones laborales para las y los policías, ahora entendemos que, pese a cualquier circunstancia adversa, siempre serán el primer frente.
Comprender que el trabajo de dignificación policial debe iniciar dentro de las mismas instituciones de Seguridad Pública, la carrera policial transciende administraciones de gobierno, los y las policías buscan permanecer en el trabajo, y por lo tanto, no están al servicio de los gobernantes, sino al servicio de la ciudadanía, por lo que todos los agentes de policía deberían de permanecer informados de cualquier situación que tenga que ver directamente a su labor, salarios, prestaciones, beneficios y salud; y sobre no entorpecer sus derechos cuando este lo necesite, entre más apoyado se sienta por su institución y por sus mandos, mayor compromiso institucional y con la ciudadanía tendrá.
Hemos sido duros al juzgar el trabajo de estos servidores públicos, pero no debemos apartarnos de la problemática social que significa el descontento entre las y los ciudadanos con ellos, los agentes de policía pertenecen a nuestra comunidad, surgen de nuestras familias, de nuestros vecinos, y tienen familias y amigos que viven y se desarrollan en los mismos espacios a los que concurrimos. Entonces deberíamos cuestionarnos ¿tenemos a la policía que merecemos?, ¿qué estamos haciendo para cambiar la relación entre la ciudadanía y las autoridades de seguridad pública?
Lo que podemos rescatar en esta época de pandemia, es todo el tiempo que tenemos para reflexionar de qué manera regresaremos a la normalidad, y cuál es la ciudad y el Estado que queremos ver y tener una vez que podamos salir a la calle, aquí es en donde podemos cambiar el escenario no solo de la ciudadanía, sino también de nuestros policías.
Hablando de cómo queremos regresar a la normalidad podemos iniciar por dejar de participar en temas de corrupción, la cual se vuelve un delito compartido cuando uno ofrece y otro acepta alguna dadiva. Como policías saber que el salario que están percibiendo, lo llevan a sus casas de manera honesta y que no habrá señalamiento suficiente que manche su uniforme. Como ciudadanos hay que reconocer que tenemos derechos y obligaciones, estás últimas pueden llevar a alguna sanción al no cumplirlas, y que es nuestra responsabilidad cumplir cabalmente con ellas, y así reclamar lo que a derecho nos corresponde.
El Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del Estado de Puebla, busca tener canales efectivos que ayuden tanto a agentes de policía y a la ciudadanía en la búsqueda de acceso a la justicia y a la información pública, a través de distintos programas entre ellos el Mecanismo de Quejas por abuso policial, que busca ser un puente de acceso entre la ciudadanía y autoridades, con la finalidad de que se investiguen hechos que vulneren los derechos de las personas.
*La autora es Directora Jurídica del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla