La Quinta Columna
Por Mario Alberto Mejía
Ya se veía venir.
El primer desencuentro público —en privado ha habido muchos— entre Alejandro Gertz Manero y Santiago Nieto se dio cuando el fiscal general de la República lanzó este pastelazo con dedicatoria obvia para el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF): “En el Gobierno federal no respetan la presunción de inocencia”.
Las alarmas sonaron a todo lo que dan en los corredores de Palacio Nacional, pese a que el dicho de Gertz Manero había salido en la reunión con embajadores de México en el mundo.
Y más que pastelazo, fue una bofetada con toda la firma del fiscal.
Vea el hipócrita lector las frases textuales.
Clávese en los matices, en los énfasis y en las inevitables alusiones personales:
“La Fiscalía, como órgano autónomo, ha sido muy respetuosa de la presunción de inocencia (…) porque hay unidades, no de la Fiscalía sino del Gobierno, que no respetan esa presunción.
“Nosotros no hacemos (…) afirmaciones que vayan en contra de la presunción de inocencia, porque no son legítimas y además generan una grave crisis en el aspecto procesal, porque luego nos acusan de falta al debido proceso, pero hay quien sí lo hace, y todo el mundo lo sabemos”.
La respuesta de Nieto no llegó.
Un silencio de mudos se adueñó del titular de la UIF.
Un silencio de ala de mosca.
Tuvo que ser el propio presidente el que atajara la bola:
“Ya estamos buscando entendimiento, que haya una sana relación, que haya comunicación para definir qué se puede informar, qué no se puede informar, qué es lo que afecta el llamado debido proceso, cuáles son los límites, qué si puede hacer la UIF en cuánto a información y qué no puede hacer.
«Vamos a definir bien y esto se va a arreglar, porque si hubo esta protesta por parte del Fiscal en defensa de su autonomía en el ejercicio de sus facultades y hay que respetarla. Al mismo tiempo es muy importante el trabajo de las UIF, si quieres dar con el delincuente síguele la pista al dinero”.
Y aquí vino la parte central de la respuesta presidencial:
“Vamos a reunirnos, Santiago (Nieto) no hace nada sin consultar con el Presidente (…) es que también, hablando con franqueza, imagínense si yo aquí me dedico a hablar sobre lavado de dinero, no me corresponde, lo tiene que hacer otro servidor público, pero también, siempre y cuando no se afecte el debido proceso, estamos obligados a actuar con apego a la legalidad, pero es cosa de ponernos de acuerdo”.
Gertz Manero no es ningún inocente y sabía que el dardo tocaría al presidente López Obrador, una vez que los asuntos de la UIF pasan inevitablemente por él.
Pero los desencuentros entre Nieto y el fiscal no son recientes.
En varias mesas —sobre todo en la presidencial— ha surgido la queja de que Gertz Manero no actúa con la celeridad requerida.
Y es que de los cerca de 150 casos de congelamiento de cuentas bancarias que ha armado la UIF, sólo cuatro han culminado en denuncias formales al interior de la Fiscalía.
Los números lo dicen todo.
El enfado de Nieto es doble porque quien queda como sólo un actor mediático es él.
Es tal el enojo que desde sus oficinas ha hecho correr la versión de que Gertz está maniatado a lo que diga un grupo compacto de poderosos empresarios, algunos de los cuales, por cierto, forman parte del equipo de asesores del mismísimo presidente de la República.
De confirmarse el dicho de Nieto, habría toda una trama orquestada para que las investigaciones de la UIF sólo queden eso eso: investigaciones o pesquisas débiles en lo legal, y sonoras —ruidosas— en lo mediático.
En otras palabras —siguiendo el guión de Nieto—, la UIF trabaja, arma los casos, los envía a la Fiscalía, y Gertz y los ricos de México congelan todo.
O casi todo.
Porque de cerca de 150 expedientes armados, sólo cuatro se han convertido en denuncias.
Es todo un tema.
Una trama macabra.
Una dualidad esquizofrénica.
El mismo gobierno que señala —muchas veces con nombre y apellidos—, termina por exonerar.
Trabar, cuando menos.
Queda claro que a Nieto no le gusta nada el papel que termina haciendo, pues cada declaración suya se va al baúl de los recuerdos.
Sus balas, pues, ni siquiera son de salva.
Son como esas chinampinas ruidosas que generan estruendo pero no lastiman a nadie.
En el pasado reciente, un presidente de la República —Peña Nieto— le ató las manos a Nieto en su calidad de titular de la FEPADE.
Hoy, ese papel lo tienen los empresarios que asesoran al presidente.
Las bolas de fuego de Gertz han terminado por hacer enojar aún más a nuestro personaje.
(El tema de la violación al debido proceso es alarmante, pues, de confirmarse, el castillo de naipes que ha construido la UIF caería estrepitosamente).
Nieto, ufff, está abatido.
Ya no sólo lo bloquean.
Ahora lo lapidan.
Qué historia.
Y habrá respuesta.