domingo, diciembre 22 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Llegó como el seminarista de los ojos negros.

(“Pasó con su madre / qué rara belleza”).

Se dijo limpio de toda mácula.

Se dijo consternado por la doble muerte del matrimonio Moreno Valle-Alonso.

Esperaba una entrevista cómoda, de tránsito.

(Los espectadores de Milenio TV también la imaginábamos así).

Pero no.

Fue todo lo contrario.

En El Asalto a la Razón, Carlos Marín sacó las virtudes periodísticas que aprendió al lado de Julio Scherer en el viejo Proceso —el épico, el bueno—, y enfrentó a Miguel Barbosa Huerta con su espejo: el de las medias verdades, el de la intolerancia plena.

¿Resultado?

Lo sacó de quicio.

Y más: lo exhibió como el hombre amargo en el que se ha venido convirtiendo.

Del lenguaje afable pasó a la beligerancia, la tozudez, la descalificación.

Y terminó escupiendo sobre las tumbas —metafóricas— de la gobernadora y el senador.

Mal momento para exhibir la rabia.

Pésimo.

Y es que contradice todo lo que ha venido diciendo.

Lo que le dijo a Proceso, por ejemplo:

“En estos días debemos respetar el luto. (…) Tampoco ahorita es el momento de expresar triunfalismos electorales ni de hablar en contra de la gobernadora fallecida… Ya vendrá el momento de hacerlo.

“(…) A la muerte no se le deben buscar razones. Estoy muy consternado. (…) No es hipocresía. La muerte de esas personas no nos anima a mi familia y a mí. Más bien nos impacta y nos consterna. Anoche estábamos en familia platicando precisamente sobre la tragedia. Les dije: ‘¡Limpiecitos de pensamiento! ¡Limpiecitos!’. Cualquier muerte es lamentable. Yo no le deseo la muerte a nadie”.

Barbosa empezó a hablar sereno, juicioso, como si tuviese un romance con las palabras.

Fue ahí cuando se dijo consternado, dolido, pero limpio de toda mácula.

(La palabra dominguera le salió redonda).

Carlos Marín dijo que le daba gusto hablar con un político versado, lleno de honradez intelectual.

Barbosa empezó a enojarse cuando Marín sacó en conclusión que un hombre de tan altos ideales tendría que ceder el balón al contrario en el mejor ejemplo del “fair play” del futbol.

(Esto en referencia a que la gubernatura interina le corresponde al PAN).

Fue entonces cuando apareció el verdadero Barbosa: ese ser resentido y amenazante en el que se ha venido convirtiendo.

Visiblemente molesto, enumeró los supuestos delitos electorales (¡miles!, dijo) de los que fue víctima.

Y se lanzó contra los cadáveres de sus enemigos.

Les escupió.

Los injurió.

Marín le dijo que las autoridades electorales —incluido el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación— no habían visto eso y que, por lo mismo, convalidaron el triunfo de Martha Érika Alonso.

Barbosa dijo que él, como estadista inglés, aceptó el fallo aunque no estuvo de acuerdo.

Y mintió al decir que no convocó a rebelión alguna.

Marín le dijo que él y sus adictos —algunos diputados de Juntos Haremos Historia en el Congreso local— no generaron las condiciones para que Martha Érika Alonso hubiese rendido protesta en ese recinto.

Barbosa mintió de nuevo al decir que había todas las condiciones.

Marín lo contradijo de nuevo:

“¿Quién iba a querer acudir con personajes como tus aliados que vandalizaron en julio pasado un recinto en el que los panistas concentraban sus actas para lo que vendría?

Barbosa, furioso, dijo que ésa era una mapachera montada en el hotel MM.

Marín le dijo que la autoridad —la FEPADE federal— no había encontrado irregularidad alguna.

Barbosa, a punto de echar espuma por la boca, volvió a llamarse víctima del tirano Moreno Valle.

Marín le dijo entonces que se quedara en su oficina para grabar una segunda parte.

Y remató:

“¡Qué chula es Puebla”.

Barbosa, fuera sí (sitiado en su epidermis), canturreó —o tartamudeó— con una expresión depresiva:

“¡Qué linda, qué linda, qué chula es Puebla”.

Ufff.

Muero por ver la segunda parte del limpio de toda mácula.

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Fritz Glockner: El Hombre que Quiso ser “Tin Tan”

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El viernes pasado, Fritz Glockner —historiador, novelista, hombre de prosa y capa— tomó posesión como titular de las librerías Educal —120 en todo el país— y las más de treinta librerías del Fondo de Cultura Económica en México, Sudamérica, Estados Unidos y España.

(En la Casa de México, en Madrid, se acaba de abrir una más).

Fritz, olvidé decirlo, es también un furioso activista intelectual.

(Lo de furioso es en el buen sentido de la palabra, pues una vez lo escuché cantar, sumamente conmovido, Los Tres Cochinitos, de Cri-Crí, acompañado de un trío parecido a Las Tres Conchitas).

Junto con Paco Ignacio Taibo 2, Fritz organiza también, desde 1988, la delirante Semana Negra, en Gijón, España, en la que participan novelistas, cuentistas, adictos a la ciencia ficción, poetas y músicos.

Cuando llegué a vivir a Puebla, en 1991, descubrí gracias a unos amigos la librería La Historieta.

Su dueño era un hombre que reía a carcajadas y que rendía homenajes cotidianos a Germán Valdés, “Tin Tan”, cada dos minutos.

Nos hicimos amigos de inmediato.

Y desde entonces me volví su lector y su seguidor constante.

Sí, pues, es cierto, faltaba más:  

Fritz es un gran poblano, pero antes que todo, antes que nada, es un amoroso padre de su hija Frida.

Un abrazo, querido amigo.

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