lunes, diciembre 23 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Que Mario Marín diga que el caso Lydia Cacho debe quedar en el olvido, es normal y repugnante.

Que el “ciudadano” Enrique Cárdenas llame a a no utilizar el caso Lydia Cacho como bandera política, es anormal y doblemente repugnante.

Lo único que nos faltaba es que el “ciudadano” Cárdenas se sumara a la defensa de Marín.

Ya lo hizo en el pasado, cuando guardó un sospechoso silencio sobre el tema.

Nunca, ni por equivocación, criticó a Marín, con quien guarda curiosas complicidades.

(Su lema de campaña tendría que ser “Me Canso, Manso”).

¿Qué dirán los panistas de este resbalón de su candidato a la gubernatura?

Seguramente nada.

Los panistas se comportan últimamente como abducidos.

No piensan, no hablan, no interrogan.

Son la imagen plena de su líder: el descafeinado Marko Cortés.

Por eso el “ciudadano” Cárdenas habla con tanta liviandad.

Qué lejos está del académico Cárdenas que hasta hace poco tenía fama de crítico.

Su ambición por el poder lo dejó sin discurso.

Y ahora se mutila aún más al defender a Marín.

Gente brillante como el poeta Juan Carlos Canales pondera a este “ciudadano” montado en los partidos que vomitó en el pasado reciente.

Incluso llama a votar por él.

Entiendo sus argumentos, pero no los comparto.

Me quedo con la poesía de mi admirado amigo.

Regreso al tema.

Marín es como esos tenistas retirados que un día deciden volver a las canchas: errático, sin condición física, sin reflejos.

No podía ser de otra manera: vive en un mundo creado por sus escasos aduladores.

De ahí que haya salido a decir lo que dijo: que el caso Cacho debe quedar en el olvido porque la Suprema Corte —gracias al voto de Olga Sánchez Cordero— lo exoneró en 2008.

Lydia Cacho le enmendó la plana vía Twitter:

“Pequeño detalle: ganamos el caso en Ginebra demostrando cómo se llevó a cabo la estrategia de Mario Marín y la estructura política  para proteger a los pederastas y al torturador hoy sentenciados. #RegresanLosPederastas #Puebla”.

La periodista y escritora perdió en la Corte un caso que ganó en el terreno de la opinión pública.

Hoy, con el peso de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, Suiza, está volviendo a ganar lo que Marín quiere echar al basurero de la historia.

La pelota está en el campo del gobierno federal.

El reloj no cesa.

Tic tac, tic tac, tic tac…

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