domingo, diciembre 22 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Algún día habrá que hacer el estudio antropológico de lo que ha venido pasando en Puebla a partir del siniestro del 24 de diciembre de 2018.

Los que estaban vivos ahora están muertos.

Los que estaban muertos ahora están vivos.

El tablero se movió.

La reina fue sitiada y cayó ante la embestida de un caballo y una torre.

El jaque mate lo pergeñaron un alfil y varios peones.

La sociedad poblana también cambió de opinión.

Nuevos actores surgieron.

Otros pasaron al exilio.

Las lealtades partidistas se desdibujaron.

Los que eran priistas hoy están en Morena.

El PAN cayó en la inopia.

Los cadáveres de ese partido buscan resucitar.

Un caso extremo: la marinista Ana Teresa Aranda pretende ser la candidata de un partido al que ha traicionado varias veces.

A unas horas de que el PRI cumpla noventa años, muchos priistas poblanos se han venido sumando con Miguel Barbosa Huerta.

Un caso: Javier López Zavala.

Candidato a la gubernatura de Puebla en 2010, Javier perdió ante Rafael Moreno Valle y pronto rompió con Mario Marín Torres, a quien acusó de haberlo entregado.

Desde entonces se dedicó a crear una estructura poderosa que le sigue siendo leal.

Esa estructura trabajará para el virtual candidato de Morena a la gubernatura de Puebla.

Este fin de semana, Javier apareció al lado de Barbosa en el mitin de Ajalpan.

Su presencia sólo confirmó algo que ya venía ocurriendo: que lo apoyaba desde que el tablero se movió.

No es el único.

Hay más.

Y, como Javier, también tienen estructuras poderosas.

Cosa curiosa: López Zavala es compadre de Alejandro Armenta pero optó por sumarse a Barbosa.

En esa señal viaja también el comprobado antimarinismo de nuestro personaje.

No imagino a los antiguos aliados operando juntos.

Menos aún por un mismo candidato.

Se detestan.

Marín busca en otros espacios la posibilidad de regresar a la política.

Y aunque el Comité de Derechos Humanos de la ONU —con sede en Suiza— le ordenó al gobierno federal que reabra la investigación del caso Marín-Cacho, el ex gobernador anda muy activo promoviendo a Alberto Jiménez Merino y a Ana Teresa Aranda.

No sólo López Zavala ya se sumó a Barbosa.

Del lado panista —o de Nueva Alianza— ya lo hicieron Gerardo Islas Hernández —padre de del diputado con licencia Gerardo Islas Maldonado— y Luis Tiffeine, esposo de Grace Palomares.

Si la lógica aristotélica no falla, ella y Gerry están virtualmente dentro del barbosismo.

Las alianzas no son malas.

Forman parte de la política.

Las negociaciones no se pueden entender fuera de ese ámbito.

El tablero se movió.

Los actores políticos también.

Vendrán más sorpresas.

Dice el evangelista:

Hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar.

Miguel Barbosa ya está en lo segundo.

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