viernes, noviembre 22 2024

Mientras espero en la fila del banco siempre trato de escuchar a las personas que me rodean para no aburrirme o desesperar. ¡Qué más quisiera uno que poder llegar a un sitio y que no hubiera nadie para así poder pasar el primero y no tener que perder minutos valiosos de nuestro día, sin embargo, la vida es una espera constante. Una espera que culmina, por cierto, con la muerte.

Cuando alguien va a acompañado a hacer una fila se escuchan conversaciones (por lo general, domésticas o laborales). Pero después de la pasada sesión en la que se decidió no anular la elección poblana, era de esperarse que en esas soporíferas filas se oyeran rumores, ora a favor, ora en contra.

Puse atención. Dos señores de traje comentaban que MorenoValle estaba imparable. Que se había vuelto el principal enemigo de AMLO. Que su operación había sido la prueba fehaciente de que va con todo por la presidencia. Que cómo le haría. Que, por su parte, Barbosa era un cadáver político al que AMLO estaba rescatando con un premio de consolación. Que si el congreso local está hecho un chiquero. Que si será cierto que la presidenta municipal es una infiltrada de los morenovallistas. Que qué cosas tiene la vida, si en el búnker de Martha Érika había caras largas y que, de pronto, de estar preparando los tamales pal velorio pasaron a aprestarse para una toma de posesión. Que si es lo mejor para Puebla. Que si no. Que si ojalá gobierne en verdad “ella” y no “él”.

Eso decían los trajeados.

Por otro lado, una pareja que estaba sentada esperando turno para el servicio a clientes decía que la ratificación de MEAH era la señal innegable de que AMLO no había metido su cuchara con los magistrados. “No la metió, porque si la hubiera metido, se hubieran repetido las elecciones”, decía él. “Claro que la metió, pero la metió mal, la metió mejor Rafa y se lo chingó”, decía ella.

Todo esto pasaba mientras esperaba veinte turnos antes de llegar a la ventanilla.

Luego volví a parar oreja. La pareja seguía discutiendo:“AMLO sí la metió (la cuchara), pero el haber perdido lo blinda de ataques porque parecería que no la metió, porque la lógica dice que si la mete, siendo presidente, gana a fuerzas”, insistía ella. “No la metió, porque si la hubiera metido… carajo, nadie le gana a un presidente, y menos a un nuevo presidente que no la ha cagado y que tiene buena aceptación. Si hubiera sido Peña, ahí sí, aunque la hubiera metido, Moreno Valle lo hace pomada”, terciaba él.

El tiempo pasa rápido cuando se escuchan este tipo de conversaciones que se prestan al choteo. Un metesaca es un metesaca, y siempre es divertido.

Dos minutos después regresé mi atención a los trajeados. Ahora hablaban del proyecto fallido de anulación: “Yo digo algo, hermanito, el pendejo del magistrado Vargas no debió tuitear el proyecto, porque lo único que provocó fue poner en estado de alerta a la gente de MEAH. Digamos que les advirtió y les dio rango de movimiento. De no haber abierto la boca, se hubiera anulado, estoy seguro”, decía el del traje azul. “Yo creo que Vargas lo sacó apropósito (el proyecto). Lo sacó para mandar señales, hermanito. Así es esto de la política. Sacarlo así no fue arbitrario. Sacarlo así, pa mí que fue apropósito”.

En la fila del banco se encuentra uno de todo: señoras que airean sus broncas conyugales, jóvenes que miran al vacío pensando en el último gadget que desean y no tienen, y señores que exponen teorías de conspiración política. Es una belleza.

En la fila del banco se fraguan historias extraordinarias y se desvelan anhelos ocultos.

La espera se hace interesante entre tanta gente que cree que las cosas que no dependen de sí, dependerán algún día cambiando el curso de la historia. De gente que jura que sus deseos pueden cumplirse aun cuando sean deseos ajenos, por lo tanto, irrealizables, por lo tanto, frustrados.

En el “Enquiridión: El manual de Epicteto”, el filósofo  dice: “si quieres que tus hijos y tu mujer y tus amigos vivan siempre, estás loco; pues quieres que las cosas que no dependen de ti, dependan… y que lo ajeno sea tuyo (…) si quieres no frustrar tus deseos, desea sólo lo que dependa de ti”.

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