sábado, noviembre 23 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Hugo Scherer, especialista en guerras sucias, siempre ligado a Manlio Fabio Beltrones, llegó a la vida de Enrique Cárdenas, sedicente candidato de Morena a la gubernatura, a finales de 2017.

De entrada era un enigma que un operador priista —lo fue de Blanca Alcalá en 2016— hubiera dado el salto a Morena sin el permiso de Beltrones.

¿O fue con su aval y bendición?

En esos tiempos en los que hasta Miguel Ángel Osorio Chong andaba cargando su Plan B, por si se ofrecía, no dejó de ser curioso el viraje dado por el cuñado del entonces secretario Diódoro Carrasco.

En la elección del Estado de México, Hugo Scherer se estrenó como operador de Delfina Gómez, quien ganó los comicios en la calle, pero los perdió en la mesa.

Cuentan quienes lo vieron operar que había ocasiones en que se tapaba la nariz ante tanto camarada de huarache y morral que llegaba al cuartel de Delfina lo mismo de Iztapalapa que de Ixtapaluca.

Su trabajo fue pegarle donde le dolía a Del Mazo.

Y descubrió que le dolía mucho.

¿Autorizó Beltrones ese traslado ideológico del esposo de Lía Limón?

¿Supieron en el PRI que el “carnal Marcelo” de Beltrones estaba jugando las contras?

A finales de 2017,  Scherer empezó a hacer labores de consultor con el doctor Enrique Cárdenas y lo llevó a su casa a grabar el célebre video en el que éste mintió abiertamente al decir que López Obrador le había ofrecido la candidatura a Casa Puebla.

(Cuando se supo la verdad no sabía dónde meterse).

El video de la ignominia fue un video provocador.

Y es que Scherer es de los que piensa que más vale pegar primero y después pedir perdón.

El famoso video circuló tan profusamente que muchos morenistas quedaron convencidos del dedazo diferido.

Incluso Miguel Barbosa anunció que se retiraba de la contienda interna para que el proceso no tuviera complicaciones.

La monumental mentira de Cárdenas empezó a caerse lentamente y Barbosa regresó a la competencia.

Pero el mentiroso no se dio por vencido y juraba que AMLO le había pedido que fuera el candidato de Morena.

Total que terminó por aplicarse la célebre encuesta interna y Barbosa fue elegido candidato.

Al otro día, Cárdenas dejó de elogiar a López Obrador y se le fue encima.

Hoy el mentiroso está de regreso entre nosotros.

¿Qué nuevas mentiras nos traerá?

En una columna anterior dije que ahora le tocaba tragarse todo lo que había dicho de Rafael Moreno Valle.

Ya empezó a hacerlo.

El candidato tiene tanta ambición por ser todo lo que ha criticado que ahora elogia a quienes antes denostaba.

De mentiroso pasó a ser entreguista.

No le cuesta trabajo.

Con ese discurso pedirá el voto.

No podía ser de otra manera.

Manuel Espinosa Yglesias, su álter ego y mecenas, le enseñó una máxima de su jefe Maximino Ávila Camacho: “Venimos a construir, no a destruir”.

No dude el hipócrita lector que Cárdenas la empezará a usar pronto en uno de sus aburridísimos discursos.

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Los Hijos de la Chingada y el Perdón Franciscano

Nicolás Maduro le exigió al rey de España el año pasado que pidiera perdón a los pueblos originarios de América Latina por la masacre ejecutada por el ejército español hace más de 500 años.

Maduro fue más allá, pues pidió una reparación económica del daño.

El presidente López Obrador ya también pidió que el rey Felipe VI le pida perdón a los pueblos originarios del país.

Incluso dijo que una vez que lo haga le exigirá que pida perdón a las víctimas de la Colonia.

Y ya entrado en la materia de exigir perdones, habló de las víctimas del Porfiriato, entre las que se encontraban, además de los yaquis y los mayas, un buen número de ciudadanos chinos.

¿Quién habrá de pedir perdón en este caso?

La carta que el presidente le envió al rey es muy enfática, una vez que dice que para que haya una auténtica reconciliación entre México y España tiene que haber un acto de contrición.

¿Que no los mexicanos somos hijos de españoles e indígenas?

¿Que no Hernán Cortés y la Malinche son nuestros padres?

¿Que no los mexicanos somos los hijos de una madre violada por un padre español y en consecuencia somos hijos de la chingada?

¿Que no el mestizaje generó una especie de reconciliación?

¿Que no las relaciones entre México y España gozaban de cabal salud?

¿En qué momento dejamos de entender lo que estábamos entendiendo?

Nota Bene: a este paso, Macron nos tiene que pedir perdón por la guerra de Intervención, y también los Habsburgo y los Couttolenc y los Gilly y los Ebrard y los Bartlett…

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