jueves, noviembre 21 2024

“ […] No diré aquí, por elegancia, las razones que me mueven a adoptar esa medida. Un caballero no habla mal de las mujeres que amó. Ya no eres la misma (tú, seguramente, podrás pensar lo mismo de mí)”.

Fernando Sánchez Dragó.

“ […] I grew up in the city and though some times we had less, compared to some of my niggas down the block, man we were blessed!”.
J. Cole

Por Aldo Cortés

Razón lleva Borges cuando afirma que, no se extrañan los sitios, sino los tiempos. Garabateo estas líneas con idilios de un presente poco esperanzador. Me prometí no retomar el tema en algún tiempo y, sin embargo, aquí estoy. Las palabras vuelan, lo escrito queda.

Si sólo lo conservado por escrito tiene posibilidades de llegar a ser algún día realidad, esto se convierte en un pacto de honor. Pues lo que no se escribe, no existe. Una deuda digna como la de Sócrates con Asclepio; aun cuando al ateniense le aguardaba el aciago destino de la cicuta, tuvo tiempo para saldar una deuda etérea. ¿Ironía? Es posible. Los griegos se enorgullecían de su retórica, de su capacidad para lapidar pensamientos en pequeños actos. No importa.

Es mi libertad arriesgar, incluso a causas ya perdidas. En un entorno que exige con base en resultados, es complicado advertir que pueda haber algo más allá de ganar o perder. Los sentimientos no entienden de eso. No hay dolor que pueda desaparecer con tan sólo creer que todo va estar bien; no hay felicidad que pueda ser reducida a nada por el devenir del futuro. Muchas de las cosas simplemente suceden, no hay mensajes ocultos o revelaciones trascendentales. Solo están ahí. Cuando todo marcha de puta madre, es fácil creer que todo tiene una explicación, que tú eres la razón. Pero, cuando todo está mal, es difícil creer, seguir creyendo. Cuestionarte si realmente vale la pena pasar por esto.

El mundo está hecho de pequeños actos y no de grandes palabras. Un discurso que tiende a exagerar o empequeñecer es un craso error. Porque en el instante en que todo sucede, no piensas en adjetivos, cuando pierdes algo o alguien que era importante para ti, solo puedes pensar en eso. Aunque el mundo se acabe, lo que pase a tu alrededor es menos que nada.

Cuando las crisis suceden, cuando la desgracia acecha, cuando el miedo corrompe, lo que más anhelas es que tu vida vuelva a ser la de antes. Quieres refugiarte, desaparecer en el exilio. El resto siempre te pedirá que mires las cosas como son, pero planear siempre será una apuesta, jugar a construir castillos en el cielo, una mentira camuflada de ilusión. La esperanza es una mentira y, sin embargo es la mejor. Muchas veces debes creer, confiar ciegamente, dar saltos al vacío, porque, de otra forma, dejarías de vivir.

Se es apenas un suspiro. Te mantiene vivo la ilusión y la intriga de averiguar qué es lo que hay del otro lado de la colina. La vida no siempre resulta como la planeas, pero ese no es el problema. El problema es que –muchas veces– te niegas a aceptarlo y te aferras personas, cosas y momentos que, si bien, te hicieron feliz, o tuvieron mucha importancia en tu vida, ya no completan ese espacio que alguna vez ocupó en tu alma. Y es ahí, cuando debes buscar tu propia evolución. La libertad que debes otorgarte a ti mismo para explorar y vivir, porque al final, siempre hay lugar para el amor y la realización personal. Cuando dejas el egoísmo a un lado y reconocer que, tienes alguien a tu lado que quiere volar mucho más alto o, simplemente, en otra dirección, entonces lo dejas ir. Eso es amor.

Como la flor de loto que suavemente libera sus hojas, hipnóticas como un diálelo. Cuando muchos hablan, solo unos cuantos actúan. La vida es eso. Incluso cuando las preguntas son más largas y las respuestas cada vez más cortas, tus valores te obligan. ¿Promesas? Siempre las habrá. Quizás el mayor defecto sea creer en la personas, a sabiendas de que puede fallar; quizás también es la mejor virtud.

Decir adiós será una de las cosas más difíciles que harás en la vida. ¿Cómo dejas que alguien se marche? No sé qué inflexión escribirte. Hay vínculos que no pueden romperse. I can’t decently accept it. Loving or even saving a human being is a full time job and it can hardly , I think, be successfully undertaken at odd moments… The sad thing is we are better off this way.

“Quiero que me quieran”, eso no es amor. “Quiero quererte”, eso es amor.  En una palabra tuya siempre cabrá un idioma. Con todo, tal vez a ti no te sobren razones para quererme, pero a mí siempre me sobrarán motivos para quedarme. Y aunque el tiempo desvanezca tu memoria, tu ausencia sigue aquí.

Seré lo que necesites de mí. Incluso si eso significa no estar. Cuando lo más común pierda sentido, siempre podrás contar conmigo. Vive la realidad de que eres parte de mi vida, aunque no estés aquí.

Naturalmente. – Amén.

Siempre tuyo, con el fervor de siempre y lealtad irrestricta, Aldo.

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