lunes, diciembre 23 2024

Por Alejandra Gómez Macchia

Hay bandas que, a pesar de estar conformadas por tres o cuatros personajes, encumbran ya sea al vocalista o al bajista o al guitarrista líder. En esta carrera, el carisma y la suerte casi siempre ganan por default.

Esto no significa que esqueleto del grupo sea prescindible: los Beatles no hubieran sido lo que fueron sin Ringo, a quien la gente le tiene un extraño aprecio por ser esa figura dulce y discreta que bailaba mal y aporreaba la batería en el fondo del escenario.

Lo que es curioso y poco común es que una banda, que nos remite inevitablemente al plural, sea conformada por un solo personaje y compañeros itinerantes que van y vienen, sin embargo, Melonautas es, hoy en día, un proyecto musical que retrata el espíritu de nuestro tiempo, es decir, el hombre solo frente a sus herramientas, o en este caso, frente sus instrumentos.

Así, Marcos Rodríguez Marín, es la confirmación de que el mundo puede rodar y puede sonar en solitario. Dos manos mueven a la fecha los hilos de un mundo que se traduce por el nombre con el que nació: en la búsqueda, en la navegación de la melodía.

Pero el proyecto no nace solo, de hecho, sus fundadores originales: Marcos y Roberto Mustelphia, siguen haciendo que la rueda gire, a veces juntos, a veces separados.

El filósofo alemán Federico Nietzsche decía: sin la música, el mundo sería un error.

Y es verdad.

Sin la música la vida en este planeta sería completamente fría y caótica. No se puede concebir un mundo sin música por el simple hecho de que la música está, queramos o no, en todas partes, al ser un flujo de vibraciones y resonancias al que el hombre simplemente le presta un orden para volverlas armónicas.

¿Qué es Melonautas? ¿De dónde y por qué surge? ¿Otra propuesta musical en medio de un catálogo sin fin de propuestas? ¿Para qué?

Esas son las preguntas básicas que surgen en la mente del que entrevista.

Las respuestas están resumidas aquí, en un texto que se pretende NO se la típica entrevista (pregunta- respuesta) a la que los lectores están acostumbrados.

Tuvimos una conversación con Marcos, justo el día después del temblor.

Esto es lo que obtuvimos: la radiografía de un artista emergente.

La cabeza de Melonautas, que es Marcos Rodríguez, estudió derecho y está actualmente terminado una maestría en derecho público.

¿Qué tienen que ver las leyes con las guitarras, los bajos, lo teclados, las interfaces cibernéticas?

Nada, o tal vez sí.

La vida es todo aquello que transcurre mientras un muchacho que aún no decide cuál será su derrotero, recibe de manos de su padre un par de discos de Los Beatles.

Fue justo sí como Marcos se sumerge en ese otro universo, el sonoro.

Hijo de un importante abogado y de una madre profesionista, joven y amorosa, nuestro entrevistado afirma haber estado seguro de que, desde muy temprana edad, contemplaba tomar el camino de las leyes, sin embargo, la adolescencia siempre será, como su nombre lo evoca, un momento de dolor y cambios; es en esa etapa en donde el artista verdadero se revela y se rebela. Y eso fue lo que Marcos hizo.

Como muchos músicos, el lado creativo, crítico y rebelde de Marcos surge como una forma de desmarcarse del sistema en el que estaba siendo educado.

Los dogmas siempre son el enemigo, pero a la vez el catalizador que empuja a un alma libre a expresarse.

Así, educado en un colegio ultraconservador, Marcos decide abrazar la música como método eficaz para canalizar los descontentos propios y las dudas múltiples que nacen en las entrañas de un sistema educativo tan rígido.

Imaginemos a un muchacho delgado, algo tímido, pero, ante todo, pensante, atado al pupitre de un colegio en el que los hombres están de un lado y las mujeres en otra área del terreno.

Ni la música ni ningún arte se concibe sin la participación del encantamiento amoroso (temprano o tardío), sin embargo, algo bueno se saca de la rigidez del sistema: gracias a que Marcos estuvo en un colegio de legionarios, adquiere lo más importante para consolidar cualquier vocación: disciplina.

Los Pink Floyd estudiaron, casi todos, arquitectura; lo que los dotó de un sentido del orden.

Brian May, de Queen, por su parte, es astrofísico…

Los músicos son músicos por un llamado interno; la música primero es un diablo que te posee, pero después se convierte en un ángel custodio.

De mañana, y sin pandemia, nuestro personaje es un joven metido en un traje que visita juzgados y navega entre cerros de oficios y mamotretos.

Una vez que llega a su espacio vital, suelta el traje, se acomoda los tenis Adidas y la playera y coloca un par de audífonos en sus orejas que lo hace ver como un cosmonauta frente al programa que sintetiza loops y sonidos.

Una Fender Squire blanca es su nave nodriza. Un bajo negro, Fender también, da los graves que propulsan la máquina a una realidad aparte; fuera de la convención y la severidad de las leyes de los hombres.

Eso es Melonautas.

Este proyecto no nació en solitario; por la escena de nuestra película han pasado varios compañeros de Marcos que han enriquecido a la banda.

¿Qué tipo de música se escucha en esta nave?, le preguntamos a Marcos.

Todo empezó con el rock.

No podía ser de otra manera…

Pero si bien el rock no ha muerto, y es la base de la creación de muchos jóvenes que no tuvieron la oportunidad de vivir dentro del verdadero boom de este género, Melonautas no se quedó en esa línea de horizonte.

El contexto actual en la música está invadido de reguetoneros misóginos y analfabetos. Una pena. Muchos, los que de verdad aman la música, pensaron que este cáncer se erradicaría pronto, sin embargo, sucedió todo lo contrario: esa “música” ha hecho metástasis en la sociedad y no se ve la hora en la que pueda ser extirpado.

Eso no distrae al Melonauta, quien tampoco se aferra al sonido tradicional del rock, y abre sus brazos y presta sus oídos al pop.

Que el pop, entendiéndolo desde lo que el vocablo indica, no es otra cosa que “lo popular”, lo que consume las mayorías.

Tenemos una idea equívoca de lo que es el pop, afirma Marcos: el rock ha sido pop, en tanto llegue a las listas de popularidad y se vuelva masivo. El “Dark Side of the moon”, de Pink Floyd, se convirtió en el disco pop más ecuchado de la historia del rock. 15 años en la lista Bilboard.

Lo que intenta Melonautas es ofrecer un sonido fresco, afable, divertido, pero también inteligente.

Marcos, ya dijimos, es abogado.

Los abogados llegan a ser buenos abogados si leen bien, si saber traducir el contenido de esos gigantes de cuero que llevan en su lomo la frase “Derecho romano”.

Pues, así como para un abogado es esencial leer y darle una buena lectura a los conflictos de los clientes, un músico no lector es un pobre músico.

¿Qué le gusta leer al Melonauta?

Ciencia Ficción. Desde chavo quedó facsinado por Asimov, aunque tembién un libro clave en su vida ha sido Pedro Páramo.

Quien haya leído a Rulfo sabe que Comala es un desierto sonoro. Todo en Rulfo es magia, misterio, y música.

Pedro Páramo es quizás una de las obras más musicales que se hayan escrito jamás.

El método de trabajo de Marcos ha ido evolucionando.

Hace algunos años recibió su primera “novatada” en el ambiente. Típico: no falta el técnico chilango que renta su estudio y propone hacer maravillas con un proyecto nativo y sincero, y al tratarlo de mejorar, lo acaba desvirtuando.

Resultado: el trabajo de meses, quizás de años del artista, termina siendo un híbrido.

Fue a partir de ahí que Melonautas se volvió una banda autosustentable.

Marcos decició que a partir de entonces tomaría el control, o los controles (literalmente) y se puso a explorar los programas de edición musical que circulan por la red.

Con la irrupción del internet, uno puede ser su propio jefe, sí, y también, con un poco de paciencia, su propio productor.

Ahora, durante el receso obligatorio de la pandemia, el melonauta ha aprendido a manejar su nave desde la computadora.

¿Es raro escuchar una banda en la que casi todos los intrumentos son ejecutados por una sola mano?

Sí.

Pero así es el mundo actual. Y más a partir de esta terrible lección de distanciamiento.

Lo importante, cree Marcos, es que eso que hace una sola mano, llegue a muchos oídos.

¿Qué podemos descubrir con Melonautas?

Remontarnos al génesis del grupo: “Noches silenciosas”.

¿Lo que siguió? “Gran Invisble” (cuyo mensaje ulterior se encuentra en el alma del que  escucha).

“Deux Ex Machina” es el material en donde Marcos toma el control de la nave.

En 2019, en colaboración con Jorge Armendáriz, lanza “Serotonina” (vaya que el título nos remite a los páramos más misteriosos de la mente del hombre del siglo XXI).

Entre «Serotonina» y el nuevo trabajo de Melonautas está el disco «Arquetipos», en colaboración con Javier Balvanera, el vocalista actual de la banda.

Por último, estos días de guardar han dado frutos: “Días de cuarentena” ya está disponible, al igual que todo el material citado arriba, en las plataformas digitales Spotify y iTunes.

¿En dónde conocer más de Melonautas?

Facebook: Melonautas

Instagram: Melonautasmusic

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