lunes, noviembre 4 2024

Ya lo dijo Tito Maccio Plauto: “El hombre es el lobo del hombre”.

Y es verdad: la solidaridad entre miembros de nuestra especie no es precisamente una constante.

Así también se podría decir que la mujer es el lobo de la mujer y el artista es el lobo del artista y el panadero el lobo del panadero…

Las imágenes que se han venido dando alrededor de la “Caravana Migrante” son otro botón de muestra.

El latino es el lobo del latino.

No hay que ir muy lejos. No hay siquiera que mirar la paja en el ojo de Trump. Nosotros, los mexicanos, tenemos una atrancada una gran viga en el ojo propio.

La Caravana Migrante no ha tenido que llegar a Estados Unidos para encontrarse cara a cara con la hiel del desprecio. En su paso por México inició el camino empedrado hacia el infierno.

Cruzando nuestra frontera, la bienvenida fue una fumigación que les robó la dignidad. Niños, adultos, mujeres, ancianos, hombres, siendo devorados por otros hombres: por otros lobos que parecen haber aprendido los oficios de la miseria humana que a su vez les propinan los lobos de más al norte.

¿Cuántos familiares de mexicanos que desprecian hondureños han tenido que padecer agazapados en su fuero interno, la humillación que hoy propinan?

No. No somos tan diferentes a los gringos xenófobos. Algunos son alumnos de excelencia en el arte del ninguneo.

La Caravana cruzó el “Cuerno de la abundancia” y los medios de comunicación tradicionales casi siempre pasaban la instantánea pasada por filtros: “Layda Sansores lleva mariachi a los migrantes” “Los tacubos llevan un poquito de luz a sus auroras”.

Cosas por el estilo.

Pero la realidad ha perdido el corsé en la era digital.

Hoy cualquier persona puede documentar la infamia.+

Y cualquiera hace memes crueles (y estúpidos) que hacen reír a la masa alienada aprovechando el dulce sabor de la sangre ajena.

Llegaron a Tijuana. Cientos de personas en busca, ya no del sueño americano, sino simplemente en busca de salir de sus propias pesadillas, llegan a Tijuana: la última parada antes de confrontar a la monstruosa estirpe del Tío Sam. ¿Y qué encuentra esat gente? Odio, racismo, clasismo.

Los mexicanos, señores, no son tan “chidos”.

No generalizaremos, sin embargo, la realidad es que el mexicano también se pinta solo para ejecutar con maestría el duro oficio del odio.

El mexicano es también el lobo del mexicano.

Y el migrante, el lobo del migrante.

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Dorsia Staff

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