A Ras de Suelo
Por Iván Juárez *
Los programa y políticas públicas son los planteamientos ejecutivos con los que gobiernos de todo ámbito buscan resolver las principales problemáticas que aquejan a la población. El diseño y construcción de éstos debe iniciar con la elaboración de diagnósticos certeros a partir de una correcta definición del problema a resolver y la identificación de los actores y factores involucrados.
Las distintas metodologías para determinar la ruta crítica de la acción pública son al menos, de conocimiento aproximado para quienes han tenido la oportunidad y la gran responsabilidad de pertenecer al funcionariado público. Presupuestos basados en resultados, Matrices de Marco Lógico y las Matrices de Indicadores de Resultados son herramientas con las que los objetivos de los gobiernos adquieren una dimensión cuantificable que permite determinar si proyectos, programas o políticas están cumpliendo con las metas esperadas y trazadas por las agencias de orden público.
En muchos de estos instrumentos se plantean indicadores cuantitativos que presentan resultados enfocados al cuánto se hizo y no tanto al cómo se hizo o qué impacto tuvo. En contraste existen organismos públicos y de la sociedad civil que constantemente desmenuzan estos indicadores para saber a mediano y largo plazo cuáles fueron los resultados directos en la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones beneficiadas, eso en el caso de que hayan tenido tales mejoras.
En la agenda pública de nuestros días el término “bienestar” es asumido como política de Estado, al contraer el compromiso de garantizar derechos plenos e igualdad de oportunidades a todas las personas. En ese sentido el bienestar estaría más ligado a lo cualitativo y muy en específico a lo subjetivo dado que cada individuo expresa su nivel de bienestar a partir de su circunstancia. Nada sencillo de conocer dado el tamaño del país.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dentro de su abanico de información, cuenta con una medición de Indicadores de Bienestar por entidad federativa para dar seguimiento a las condiciones de bienestar de los ciudadanos en los 32 estados de la república. Son 35 indicadores, desarrollados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el marco de la iniciativa del Índice para una vida mejor.
Estos indicadores se encuentran agrupados en 12 dimensiones del bienestar. Las condiciones en las que nuestro estado refleja ese bienestar no son óptimas. En el Visor dinámico de bienestar que el mismo INEGI pone a disposición es posible visualizar el conjunto de indicadores que reflejan nueve distintas dimensiones del bienestar (vivienda, ingresos, trabajo, comunidad, educación, participación ciudadana, salud, seguridad y balance vida trabajo) por cada entidad federativa y su comparación con la totalidad. Puebla ocupa el lugar 29 en la comparativa teniendo muy bajos resultados en los indicadores de igualdad económica, balance vida – trabajo y bienestar subjetivo; este último representa el esfuerzo internacional por medir el progreso de las sociedades más allá de los aspectos económicos a partir de tres dimensiones: progreso material, sostenibilidad y calidad de vida.
Medir el desarrollo solamente por el incremento de la riqueza ha invisibilizado el factor humano y el impacto verdadero que los esfuerzos estatales han tenido en la vida de las personas. La evaluación cualitativa de las políticas y programas públicos cobra más relevancia que nunca, dando prioridad al impacto y no al número de actividades realizadas.
¿Será acaso lógico que un país con más de 50 millones de pobres sea al mismo tiempo el segundo más feliz del mundo? Los resultados de las acciones de gobierno se enfrentan ahora al reto de generar bienestar medible y que pueda ser verificado. Es válido entonces que las alternativas de solución a las demandas sociales tengan entre sus propósitos generar bienestar a largo plazo.
*El autor es director de Comunicación del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla @CCSJPuebla