sábado, noviembre 23 2024

¿Su simpático can es más dañino para el clima que un SUV? Esta tesis iconoclasta no es unánime, pero igualmente, los científicos piden a los amantes de los perros y gatos no mirar para otro lado: su animal tiene un impacto sobre el planeta.

En 2009, el libro Es hora de comerse al perro de Brenda y Robert Vale enfureció a los amigos de las mascotas. La conclusión era clara: el consumo de carne por parte de un perro de talla media impacta sobre el planeta el doble que un SUV conducido a lo largo 10.000 km.

Pasan los años y no hay acuerdo entre los científicos.

“No tengo nada contra las mascotas, hacen mucho bien a la gente (…) Pero para tomar decisiones claras, hay que contar con información”, explica Gregory Okin, profesor de la Universidad de California Los Ángeles.

“Muchas hipótesis inexactas (…) La mayor parte de la alimentación animal deriva de subproductos de la industria alimenticia humana”, indica Kelly Swanson, profesora de nutrición animal de la Universidad de Illinois.

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Esto se convertiría en un problema “si los humanos dejan de consumir” o se vuelven “vegetarianos”, ironizó. Pero antes de esto, los cortes de carne “de baja calidad” o las entrañas despreciadas por los humanos pueden ser “degustadas por los carnívoros domésticos”.

Para Okin, este argumento no se sostiene: “He viajado bastante por el mundo, constatando que algunas cosas que yo no consumiría, otras personas lo harían con placer”.

“En algunos países como Holanda (…) se produce carne sólo para consumo animal”, afirma el profesor Pim Martens, de la Universidad de Maastricht.

No obstante, “al igual que para los humanos, la huella carbono depende del lugar en que vivas en el mundo”, indicó este científico.

Según su estudio, publicado en 2019, un perro mediano (de 10 a 20 kg) emite a lo largo de toda su vida entre 4.2 y 17 toneladas de CO2 si vive en Holanda, pero sólo de 1.5 a 9.9 en Japón.

En teoría, 10 toneladas de CO2 equivalen a las emisiones de dos autos conducidos durante un año, aunque niega las comparaciones: “¿Eso significa que si usted no tiene un perro o un gato, sí puede tener un todoterreno? Esto no tiene ningún sentido”, argumenta.

Eso sí, los investigadores parecen estar de acuerdo en al menos una cosa obvia: un perro grande tiene una huella de carbono mayor que un gato pequeño.

Entonces, ¿qué solución para los dueños de mascotas? ¿Deshacerse de ellas? ¡No!, se trata de tomar decisiones conscientes. “No es blanco o negro. Gatos y perros inciden en muchas cosas positivas”, como los beneficios psicológicos, insiste Martens.

“¿Adoptar un hámster o un pájaro?”, sugiere Okin. “Puede ser que en cuanto a huella de carbono sea mejor tener una lagartija o una araña, pero la interacción no es la misma”, afirma Martens.

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