jueves, noviembre 21 2024

Por Alejandra Gómez Macchia

La pinza se ha cerrado. Finalmente, después de meses de rencillas e impugnaciones, Alejandro Armenta Mier se suma al proyecto de Luis Miguel Barbosa.

Era de esperarse que en algún momento se diera este escenario, pues recordemos que durante la campaña pasada (2018), el senador defendió desde tribuna al candidato de MORENA.

En esos días Armenta arremetió –con su muy peculiar estilo– contra Rafael Moreno Valle.

Habló de fraude.

Habló de luchar en conjunto contra la imposición de Martha Érika Alonso.

Sin embargo, y como decía Ortega Gasset, “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

Así Armenta. El destino cambió de un día para otro y un helicóptero que se precipitó al vacío alimentó su esperanza de contender al puesto que tanto había soñado.

No se pudo.

No era su tiempo.

La circunstancias de un hombre son como la energía: no se crean ni se destruyen; sólo se transforman.

Barbosa sería (y hoy es) el candidato natural después de la catástrofe.

Los arcanos estaban echados; hay condiciones que los astros alinean y nada las puede mover. Pero la condición humana es siempre LA condición humana, y el poder es un imán que atrae, pero a su vez, divide.

Para ese momento (a partir del 24 de diciembre) la posibilidad de hacerse de la candidatura obnubiló la cabeza del senador, y olvidó sus defensas draconianas a favor de Barbosa.

La guerra es la guerra, y el poder no se comparte.

No se culpe a nadie por sus deseos.  

La encuesta de MORENA arrojó hace un par de meses el resultado previsto, se abrieron las cartas en la mesa de juego: sería Barbosa.

Todos los caminos llevaban a él, le pesara a quien le pesara.

Algunos vieron en estos hechos una suerte de justicia poética.

Lo peligroso de todo esto era que el equipo morenista en Puebla estaba perdiendo el foco y la división entre grupos amenazaba con ser un pajilla en el ojo.

Barbosa, es verdad, va casi solo.

Casi nadie pone en duda que él será el próximo gobernador, sin embargo, las impugnaciones de Armenta sólo generaban ruido; un ruido innecesario que en su momento fueron neutralizado desde las flamígeras conferencias de prensa que dio Carlos Meza Viveros, en su papel de vocero de Barbosa.

Dice Julio Estrada  (el gran maestro de la música concreta) que ningún ruido despreciable en sí; pero sí distrae, molesta, satura. Y el descontento de Armenta devenía desequilibrio.

Hoy, después de meses de dimes y diretes, de zipizapes y tuitazos. De descalificaciones y embestidas, Alejandro Armenta se une al proyecto barbosista.

Un proyecto que mana de otro plan mayor: el de la así llamada Cuarta Transformación.

Al filo del mediodía de este jueves 25 de abril, Barbosa y Armenta aparecieron sentados en la misma mesa ofreciendo una conferencia de prensa harto estimulante.

¿Cómo se dio esta suerte de armisticio?

Se llama diplomacia.

Se llaman acuerdos.

Se llama política.

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