Por: Mario Alberto Mejía
Dos de los anuncios importantes que hará Miguel Barbosa Huerta el día que asuma el cargo de gobernador de Puebla tienen que ver con Ciudad Modelo y la revisión de expedientes de los denominados presos políticos.
En el primer punto se trata de echar abajo el decreto que puso a cinco municipios —de la región en la que se encuentra Audi— por debajo de una autoridad informal y, en consecuencia, ilegal.
El segundo tema buscará dejar en libertad a quienes hayan sido enviados a prisión por razones políticas.
Con sólo estos dos puntos, Miguel Barbosa dotará a su gobierno de una mística singular y de avanzada.
Desde hace días se trabaja a todo vapor en el arranque de la nueva administración.
El gobernador electo no quiere un acto fifí sino de corte popular.
Una y mil veces ha dicho que lo que hará de entrada será desmontar el régimen actual para generar uno nuevo que tenga que ver con la regeneración nacional.
La tarea será ardua.
Los dos primeros actos emblemáticos marcarán la pauta, pero siempre con la ley en la mano.
El estado no está para ocurrencias, ha dicho varias veces.
Y la certeza jurídica será uno de los motores del nuevo gobierno.
Y ya se sabe: la ley es dura, pero es la ley.
