domingo, noviembre 3 2024

Por Johnny Ántrax

Godín. Se escucha horrible. Es peyorativo. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde salió el término, pero el “godín” de hoy es el Gutierritos del pasado: el oficinista que trabaja de sol a sol por un sueldo mediocre. Sueldo que aprovecha al máximo, cuando llega. Y casi siempre llega a tiempo. Por lo mismo, el godín se siente seguro en el gonidazgo. El godín pocas veces pasa de ser godín. A lo mucho asciende un escalafón en la godínez, sin embargo, no se atribula por ello. Es feliz en la medianía juarista. El godín es un ser sin complejos que ve en el fin de semana la sublimación de su dicha. Para no sonar altaneros u ofensivos, tenemos que aclarar algo: que sólo entre godínez es válido decirse godínez. Así como sólo entre negros se pueden decir “negro” o entre maricas, “maricas” o entre poblanos, “pipopes”. De no ser así, se descalifica a la persona con vileza. Yo soy un godín. Por eso puedo hablar con desparpajo de los de mi misma especie.

Es momento ahora de darles una serie de consejos a mis compañeros. Algunas reglas básicas de cómo hacer rendir nuestro sueldo de mierda…

 

Hay que procurar ser un Avelino el mayor tiempo posible

Gabriel Vargas fue autor de La Familia Burrón. Dentro de esa simpática historieta, había un personaje llamado Avelino Pilongano, que si bien no era godín (era poeta), siempre hizo lo que quiso gracias a que no soltó el seno materno jamás, es decir, la mejor opción para que te rinda el sueldo es, sin duda, ser hijo de familia. Vivir en casita de tus padres protectores hasta que ellos ya no puedan más con tu presencia invasiva. Esto se complica cuando tú, Avelino- godín, quieras hacer fiestas, llevar a alguien a dormir o llegar briaguísimo. Ahí empezarán los problemas, pues como tus padres creen que sigues siendo de su propiedad, te querrán seguir imponiendo sus reglas obsoletas. Ni modo, campeón, es su casa y te friegas.

Entonces será momento de rentar un departamento. Pero recuerda que rentar solo una casa es un gasto que seguramente no podrás costear, así que para eso se inventaron los roomies; pero aguas, no es nada fácil que un desconocido se adapte a tu modo de vida, por eso siempre es bueno que el roomie sea un conocido, aunque a la postre, luego de convivir demasiado, la amistad se vaya al carajo. Mientras eso no suceda, te alivianas, pues con ellos vas a dividir los gastos de la renta y de los servicios (que para tu conocimiento son luz, internet, gas).

Cuando hayas dado el paso, busca una vivienda cerca del trabajo para que te puedas mover caminando o en bici, si no, tendrás que palmar el billete para otros gastos onerosos como gasolina, estacionamientos o taxis. Recuerda: eres un godín, y el godín no puede darse el lujo de botar el dinero a lo tonto.

Pollito con papas

Supongamos que ya te saliste de la casa materna; ahora tienes que pensar qué vas a comer. Recuerda: eres lo que comes, y no es muy recomendable comer basura, pues si ya eres un godín, lo peor será agravar la situación y convertirte en un godín obeso.  Aunque parezca tentador e irremediable vivir de garnachas, refresco y sopas instantáneas, probablemente no sea lo mejor para la salud. Hay una diferencia entre comer y nutrirse.

Existen maneras de comer bien sin gastar mucho dinero, pero para eso no hay que ser haragán y debes ir al mercado para surtirte de frutas, verduras y carne o pollo baratos. De otra manera, yendo al Superama o a Walmart, no llegarás jubiloso a la quincena. Las pastas son opción porque son baratas, sin embargo, de excederte, serás un gordo en menos de lo que canta un gallo. En los mercados hay fruta de temporada, y se llama de temporada porque abunda, por lo tanto, es más barata. No te pongas fresa, compa: no compres kiwis ni arándanos ni fresas. Esos frutos son una excentricidad en el cosmos del godín.

Aunque… hay otra ruta, aparte de ir al mercado y comer pastas: gorronearle la comida a tus padres o a algún familiar. Te ahorra mucho dinero, pero a la larga te desprestigiará. Tú elige.

Pura pinchi pari

Los godínez somos la fuerza bruta que mueve al país. Esa es la verdad. Por lo tanto necesitamos tiempo de esparcimiento. Tiempo de esparcimiento y un toque de fuga ante nuestra penosa realidad. ¿Y cómo se evade la penosa realidad? Bebiendo.

Un consejo de godín a godín: bebe caguamas, no chelas en lata. Si te gustan los “fuertes”, compra patonas de Bacardí para que rinda todo el fin. También ir a los lugares donde venden por litros la bebida es opción, aunque a veces el alcohol esté más adulterado que un raticida. Ni modo, son los riesgos de la jodidez.

Ahora, si quieres ahorrar todavía más,  mentalízate que el alcohol llama a los gorrones. A la gorra ni quien le corra, por eso mismo debes elegir entre ser un borracho sociable (te divertirás más, pero beberás menos) o ser un borracho de buró (posiblemente no te divertirás, pero quedarás noqueado, que es el chiste).

Horas muertas

Los godínez vamos ganando mañas con el tiempo. De pronto nos volvemos expertos en sacar rápido la chamba y eso nos regala algunos tiempos muertos.

¿Qué hacer con esos tiempos? Obviamente salir a gastar no es plan. Así que lo mejor de lo mejor es invertir en un buen teléfono con internet (o una tablet) para perdernos en la vorágine de las redes sociales o en las delicias del porno. Sólo ahí veremos que el mundo no es plano. Es un poco triste y frustrante ser testigos de cómo los demás cogen, se divierten y viajan, pero recuerda: ser godín implica ser tolerante a la frustración.

¿Amor?

El amor es bonito, pero impráctico. De por sí es una lata tener pareja cuando se es rico, ahora imaginemos tener pareja siendo godín. Es terriblemente complicado. Y las parejas, sobre todo las mujeres, siempre quieren que uno las invite. Está cañón.

Si te vas a echar la soga al cuello entablando una relación, lo más práctico es buscarse a alguien de la misma especie, es decir, a otro godín que sepa las vicisitudes del gremio y se moche con las cuentas. De otra manera, el amor se transformará en odio (que de antemano sucede) a una velocidad inesperada agravando tu situación, ya que a partir de ese momento no sólo serás un godín en bancarrota económica, sino también un godín en bancarrota emocional. Por eso hay que leerle la cartilla godín a las novias antes de enamorarse. O si nomás es pura calentura, nada mejor que ahorrarse una quincenita e ir a pagar unos duros a cambio de caricias falsas, ¡finalmente en eso acaban hasta las parejas más estables!

Metidas de pata

La mayoría de las veces uno no busca ser godín, pero nos convertimos en godínez por mala suerte. La mala suerte existe y se atrae, así como el dinero atrae más dinero. ¡Carajo!, no lo digo yo, son leyes de la física cuántica y esas mafufadas neo jipis. En fin. Un buen godín debe ser precavido y guardar aunque sea un mini piquito de su sueldo para: reponer un celular que valió en la jarra, pagar los honorarios de uno de los miles de doctores Simi que aplican inyecciones, flores para la mamá el 10 de mayo, el antiviral del mocoso que se enfermó por brincar en los charcos, parchar una llanta (sea de bici o carro), darle una mordida al tránsito si te agarraron enfiestado un sábado por la noche.

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About Author

Jhonny Ántrax

Mi madre pensó en abortarme, pero se le pasó el tiempo y nací un 6 de enero. Hasta hace poco era NINI. Hoy soy un godín sin aspiraciones, pero a la moda. Me gusta la literatura beat y el porno asiático

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