Ignorancia por decisión
Por Cecy Rendón
El conocimiento es poder, y como tal, había que resguardarlo. Durante toda la historia de la humanidad, el conocimiento había sido celosamente guardado, el arte de la escritura y la lectura era exactamente eso: un arte, y reservado únicamente para las clases dominantes, para la élite que controlaba a la humanidad. Los libros eran hechos a mano, celosamente guardados en bibliotecas, completamente inaccesibles para la “gente común”.
El acceso al conocimiento había estado tan restringido por milenios, que cuando las grandes revoluciones sociales y políticas sucedieron, la difusión y accesibilidad del conocimiento fue parte clave de dichas revoluciones. Nacieron universidades y bibliotecas públicas y comenzaron las campañas masivas de alfabetización. Pero a pesar de los grandes esfuerzos de las mentes ilustradas, el conocimiento se mantuvo restringido a una élite, si un poco mayor, pero una élite, la gente común, el pueblo, los pobres, seguían sin tener una línea directa al conocimiento.
¿El conocimiento es poder? ¿Existe un beneficio real al tener acceso? ¿Por qué es tan importante? Todas preguntas muy válidas, ya que el conocimiento es un concepto bastante abstracto, que a simple vista no parece tener un efecto en el día a día de las personas… cuando en realidad es todo lo contrario.
El conocimiento, la educación, los libros, las grandes ideas, vienen de la mano de una mentalidad de aprendizaje constante. La mente humana es como una esponja, y esa esponja entre mas conocimiento absorbe más crece y más capaz de vuelve de absorber nuevas ideas y conceptos. El conocimiento nos permite crear mejores condiciones de vida, ganar más dinero, realizar avances en pro de la humanidad, lograr satisfacciones personales, resolver problemas tanto grandes y complejos como problemas diarios, pero sobre todo permite tener una mejor calidad de vida.
Una mente educada es una mente con capacidad de observar el entorno y mejorarlo, cuestionar los esquemas sociales, cuestionar las políticas implementadas por los gobiernos, razonar el voto, crear empresas y emprendimientos, desarrollar ideas. Todo lo contrario de una mente ignorante, la cual es fácilmente manipulable, destinada al fracaso y a la mediocridad, y tristemente destinada a una vida de esclavizada al sistema político y económico.
Con la llegada del internet y los teléfonos inteligentes, por primera vez el conocimiento, las grades ideas, y los pensamientos de todas las grandes mentes de la humanidad estaban disponibles para la gran mayoría de la gente. Hoy el conocimiento ya no está restringido, ni reservado para una élite privilegiada, el conocimiento está disponible, por primera vez, para absolutamente todo el que quiera tomarlo…
Y la dura realidad es que como humanidad estamos decidiendo ser ignorantes.
Vivimos en un mundo en donde los libros y el índice de lectura en lugar de subir, año con año cae dramáticamente. Vivimos en un mundo en dónde los contenidos artísticos, intelectuales y culturales en las redes sociales tienen apenas seguidores, y los contenidos vulgares, hipersexualizados, morbosos, amarillistas y/o violentos, tienen millones y millones de consumidores y seguidores. Vivimos en un mundo en donde las personas eligen libremente consumir contenidos que los mantienen en una ignorancia alegre y entretenida.
Cabe aclarar que no estoy peleada con la diversión y el tiempo de esparcimiento. Pero consumir únicamente contenidos considerados “divertidos” no logra el crecimiento ni personal ni social que desesperadamente buscamos. Así como nuestro cuerpo es reflejo de lo que comemos, nuestra vida es reflejo de lo que alimenta nuestra mente, de lo que leemos, le las personas que seguimos en las redes sociales, de nuestros amigos más cercanos y de las ideas que diariamente dejamos entrar en nuestro cerebro.
Si queremos mejorar nuestras condiciones de vida, tanto como personas, como país y como humanidad, el conocimiento y la educación es la única forma de lograr ese cambio de forma duradera y sostenible. Pero la educación intelectual de una persona no es responsabilidad del gobierno, y me atrevo a decir que tampoco de los padres, es responsabilidad de cada persona.
Es responsabilidad de cada persona leer al menos un libro al mes, seguir contenidos intelectuales, culturales y artísticos (además de todos los otros) en las redes sociales, preguntar cuando se tienen dudas, tomar cursos y talleres, y sobre todo, tratar de llenar nuestra mente de conocimiento valioso… del mismo conocimiento que hasta hace poco estaba celosamente resguardado para las élites y que hoy se encuentra disponible para todos, al alcance de un clic, y muchas veces de forma completamente gratuita.