sábado, noviembre 23 2024

Por: Mario Alberto Mejía

El misterio ha sido resuelto: el gobernador Miguel Barbosa Huerta despachará en Casa Aguayo a partir del jueves 1 de agosto.

Y lo hará en él área que hasta hace unos días ocupó Fernando Manzanilla Prieto, secretario de Gobernación de la nueva administración.

Todo está listo para que Miguel Barbosa ocupe las oficinas en las que despachó en su momento Melquiades Morales Flores, en tanto que el todavía secretario general de Gobierno se está instalando en la planta baja.

Las versiones de que el nuevo gobernador se ubicaría en otra área de Casa Aguayo son, pues, inexactas.

No obstante, el gobernador Barbosa se mudará posteriormente al antiguo palacio de gobierno, sito en avenida Reforma, una vez que éste sea rehabilitado.

En ese momento, el secretario de Gobernación regresará a la planta alta de Casa Aguayo.

No es la única mudanza en la agenda de Barbosa Huerta.

Tras una larga permanencia en el hotel Crowne Plaza de avenida Hermanos Serdán, con todas las incomodidades que eso implica, por fin se irá a vivir a una casa rentada en el fraccionamiento Campestre del Bosque.

Lejos de los lujos de algunas residencias ubicadas ahí, la casa que el gobernador Barbosa ocupará con su esposa Rosario es bastante republicana y juarista, pues cuenta sólo con tres recámaras.

Miguel Barbosa es tan austero como el gobierno que encabezará y no tiene en mente incomodar a sus vecinos.

Hay que descartar, en ese sentido, el aparatoso despliegue de guaruras y toda la parafernalia que suele rodear a los hombres de poder.

Dicha mudanza la hará aproximadamente en un mes.

Por cierto: en Campestre del Bosque vive con la discreción del caso don Guillermo Pacheco Pulido, actual gobernador interino, de quien sus vecinos nunca se han quejado.

Cosas de la vida: el jueves 1 de agosto don Guillermo dejará de ser gobernador al tiempo que Miguel Barbosa asumirá el poder ejecutivo del estado.

A una semana de ese relevo, el nuevo gobernador se mantiene trabajando unas dieciocho horas diarias.

Su agenda está llena de acuerdos y entrevistas con quienes iniciará la tarea de desmontar el aparato político y financiero del morenovallismo.

Se dice fácil.

No lo es.

Varios meses pasarán para que eso ocurra.

Mientras tanto, desde el primer día iniciarán los cambios en la manera de gobernar.

Sobra decir que el mensaje que dará en la toma de protesta estará poblado de señales.

Y una palabra será clave en el discurso: resiliencia.

El diccionario de la Real Academia Española la define así:

“1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

“2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.”

En otras palabras: La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro.

Si alguien sabe lo que es la adversidad ése es Miguel Barbosa.

Tras casi dos años de lanzarse en pos de la gubernatura, y de enfrentar los sinsabores de ser oposición, entró en un proceso de recuperación frente a la adversidad para proyectar el futuro que iniciará el jueves 1 de agosto.

Barbosa, pues, viene de enfrentar la novela poblana: novela que, como las novelas rusas, también tiene su cuota de tragedia.

Y en ese enfrentamiento se curtió.

Y de qué manera.

Hoy, sin vacación de por medio, sólo espera que el reloj marque el primer minuto del jueves 1 para iniciar su cruzada.

Tic tac, tic tac…

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