martes, mayo 14 2024

Desde una visión sustentable y económica, el Laboratorio de Manejo Agroecológico de Plagas del Instituto de Ciencias de la BUAP, que dirige Agustín Aragón García, contribuye al control de infestaciones que afectan diferentes cultivos en Puebla mediante métodos alternativos a los químicos, con lo cual aportan soluciones a problemas de los productores de la región.

Ubicado en el Ecocampus Valsequillo, este laboratorio ha sabido conjugar los saberes más tradicionales con la experimentación científica y dar paso a propuestas efectivas en el manejo y control de plagas, como la cochinilla, hormiga arriera, hormiga de fuego, chapulín, conchuela, el gorgojo del frijol, palomilla del maíz y el psílido en los aguacates, entre otras.

El doctor Aragón advirtió que con las metodologías que desarrollan en su laboratorio se han beneficiado a casi 700 familias productoras de diferentes municipios como Acatzingo, Tehuacán, Chiautla y Tochimilco, en cultivos de nopal, maíz, jamaica, frijol, amaranto y chía, por citar algunos.

“Se pueden acercar a este laboratorio para que reciban asesoría y conocer el procedimiento de preparación y aplicación de una fórmula que pueda contribuir a una cosecha exitosa”, acotó Agustín Aragón García.

El investigador subrayó que parte de la efectividad se debe al trabajo previo de diagnóstico para conocer qué tipo de plaga daña el cultivo, pues no todas tienen el mismo manejo. Para comprender mejor toda la biología del insecto que causa la afectación, el laboratorio estudia el ciclo de vida de la plaga en una cámara de cría y con ello se obtiene información sobre el comportamiento del insecto, lo que resulta útil para un resultado final más preciso.

El control con extractos vegetales es una práctica milenaria, la gente ha recurrido por muchos años a las plantas para remediar algunos de sus males físicos, pero también para combatir las plagas. En ese sentido, el laboratorio rescata esos conocimientos y los adapta a nuevas tecnologías y sistemas de cultivos.

“Se hacía de forma empírica, pero con apoyo de la ciencia garantizamos resultados porque existe precisión en las dosis y las técnicas de aplicación, además de los compuestos, partiendo también del conocimiento que se obtiene del insecto. Ahí está el aporte social que hacemos como Universidad”.

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