“La moral nobiliaria es enteramente histórica y reconoce como efectivas y dadas todas las diferencias de tango, todos los privilegios. El honor es siempre honor de clase. No existe honor de la humanidad entera. El duelo no le es permitido al siervo. Cada hombre, ya sea beduino, samurái o corso, aldeano, trabajador, juez o bandido, tiene su propio concepto del honor, de la fidelidad, de la valentía, de la venganza, concepto que no tiene aplicación a ninguna otra especie de vida”.
Oswald Spengler
Por Aldo Cortés / @Dioni_so
Escribo todo esto en caliente, con emociones encontradas, con rabia, con dolor y con profunda tristeza. Y escribo con esperanza.
Las oleadas de violencia, de sangre, de muerte inundan las calles. Se desborda la desesperación, el caos, y, con todo, en medio de todo esto, un brote de luz se desprende de la agonía de una sociedad que ya no puede soportar más. Nos piden que seamos tolerantes, que seamos omisos, que no recurramos, que no salgamos, que finjamos, que normalicemos la tragedia y la corrupción. No, no se confundan. No queremos que pseudopolíticos, que pseudoestudiantes, que pseudointelectuales nos representen. Requerimos de gente con valor, con convicción, con ganas de creer y, sobre todo, queremos gente que quiera romperse la madre por el compañero de junto.
La
comunidad estudiantil ha roto el silencio. ¡Enhorabuena! Nada ni nadie puede
detenerlo. Es insostenible. La presión política, la economía, los avances y
retrocesos científicos no son los temas en boga. Somos los estudiantes los que
hemos salido a la calle, los que hemos recobrado el honor y la dignidad que
representa por sí mismo ser universitario. ¡Ya basta! ¡Ya no más!
El 9 de marzo tendrá lugar el movimiento
feminista. ¡Bienvenido sea! ¡No queremos dejar de creer! Hitos así son reflejo
del valor, de la dignidad, del grito de una casta.
Esta
generación ha sido renegada a las sombras, la han obligado a ser valiente. Aquí
nos tienen. Aquí vamos a estar. Podemos disentir en cuanto valores y objetivos,
no somos el pensamiento, ¡nos une la consanguinidad de espíritu!
El martes por la mañana, en un acto de lealtad y
cooperación, la facultad de Medicina de la BUAP al igual que de UPAEP, hicieron
retumbar las calles del Centro de Puebla. Su voz no se hizo callar. Los
extraños y propios no fueron indiferentes, pronto comenzarán a dimensionar la
violencia que tiene sometida a esta ciudad. Hemos perdido a tantos: padres,
madres, hijos, hermanos y hermanos; estudiantes, amigos, personas
inconfundibles por su buen gesto, por su rasgo de empatía, por sus ganas de
vivir. Su recuerdo no será en vano. Tendremos el valor de afrontar a las
vicisitudes, a las circunstancias, no nos corromperán los colores políticos ni
el proselitismo. El más noble homenaje que podemos rendir es, sin duda, no
dejar de creer, no dejar que el miedo nos corrompa, no permitir que el Estado
siga creando problemas que sin ellos no existirían. Es una misión dura y eminentemente duro será nuestro
sí decidimos aceptarla. No hay otro. Eso es grandeza. Eso es tener raza. Ese
honroso final es lo único que no se le puede quitar a esta generación.
La corrupción, los enchufismos, la impunidad y todos aquellos males que han desembocado a esto, aquí se acaban. ¡No es que seamos valientes, es que ya estamos cansados! Generaciones predecesoras a la nuestra fueron indiferentes, permisivos, condescendientes, esta es la historia que hemos de asumir. ¿Las formas? Cosas así nunca van a convencer a los abyectos, a los cobardes, a los tibios, a los indiferentes, a los antipáticos. El diálogo ya no funciona. La sociedad estudiantil profesa con el ejemplo, amigos todos, con la única misión de salir de este hoyo.
Solo la tragedia es capaz de dignificar a
quienes cogen el vuelo y entran al trapo. Este es el México que no se rompe,
que es capaz de aprender y seguir adelante. México no es el problema, el
problema somos los mexicanos. Sin duda y, por tanto, podemos ser la solución.
No hay nada que temer.
El paro es indefinido por ahora, no es oportuno doblegarse tan pronto, creer que mañana todo será mejor. Las estadísticas y los índices son cada vez más altos, en contrapartida, la incompetencia y la nula respuesta de las autoridades es cada vez mayor.