Por: Mario Alberto Mejía
Miguel Barbosa Huerta logró cumplir su sueño de llegar a la gubernatura de Puebla trece meses después de aquel día de abril en que inició campaña.
Eso incluyó que recorriera el estado dos veces y que enfrentará un largo, larguísimo, proceso postelectoral, con la particular dosis de estrés, irritación, operación política y conflicto.
Ahora, con todo ese peaje cubierto, recibió la noticia de su triunfo en un privado del Crowne Plaza Hermanos Serdán acompañado de unos cuantos personajes: su esposa, doña Rosario —feliz, eufórica, sonriente—, sus dos hijos, Javier Pacheco —El financiero de la campaña—, Nacho Mier y Yeidckol Polevnsky, quien se incorporó hacia la tarde.
La mañana del domingo empezó con su voto en Tehuacán y un posterior regreso a la ciudad de Puebla.
El privado estaba listo para recibirlo.
Ahí empezó a tener noticia de sus operadores.
Hasta ahí llegaron también —una a una— las más diversas encuestas de salida.
En todas empezó a ganar desde el minuto uno, pero, viejo lobo de mar, escondió el entusiasmo.
Con una serenidad pasmosa, siguió cruzando datos, recibiendo reseñas y ordenando la estrategia.
A la hora de la comida, la prudencia era el sello de la casa.
Y ésta no desapareció a lo largo de la jornada.
Javier Pacheco se acercó en un momento y felicitó al candidato por el triunfo que ya se veía irreversible.
Luego vino el abrazo de Polevnsky.
Y al final la decisión de salir con la prensa, una vez que todas las encuestas daban una victoria contundente.
Con la misma mesura dio un discurso singular en el que convocó a la reconciliación y abandonó su tarea partidista.
(Cómo olvidar que él fue quien inició los trabajos reales de Morena en Puebla cuando el desorden imperaba en la llanura).
También tendió la mano a los rivales.
Y sin exagerar la nota, celebró el final de esta cruzada que empezó un día nublado de noviembre de 2017.
Tarde feliz la de este domingo.
Una tarde taurina.
Con rabo, orejas y vuelta al ruedo.
Una tarde que será el inicio de muchas otras nuevas tardes ya como gobernador del estado de Puebla.
*
La Mixteca poblana —zona de indudable influencia de Jorge Estefan Chidiac— fue la zona que más votos le dio a Miguel Barbosa: el 67 por ciento.
En contraste, la capital y la zona metropolitana le dieron apenas un 40 por ciento.
Zacatlán le dio el 55.
Tehuacán, el 54.
Tecamachalco y Serdán, el 48.
Y Teziutlán, el 45.
Así se escribió esta historia.
*
Los búfalos también llegaron al Crowne.
Faltaba más.
Los fotógrafos y los reporteros no soltaban al ganador.
Éste se movía contento, pero mesurado.
Así estuvo todo el día.
Este lunes empezará a trazar su ruta de gobierno en los temas de desarrollo social, desarrollo municipal y seguridad pública.
La agenda del candidato se acabó.
Inicia la agenda del gobernador.
.
.
La Traición
Fuentes dignas de crédito revelaron que Miguel Barbosa recibió información en el sentido de que el diputado José Juan Espinosa y Luis Alberto Arriaga, alcalde San Pedro Cholula, le jugaron las contras.
Un “¡chingue a su madre José Juan!”estalló en el privado donde el candidato operó todo el día.
Una sorprendida Nancy de la Sierra, esposa de José Juan, buscó justificarlo.
—¡Él no tuvo la culpa! ¡No lo dejaron ayudar!
Era demasiado tarde.
La lista de los traidores empezaba a circular.
Y aunque la senadora subió al templete donde se desarrolló la rueda de prensa con Barbosa, su cara lo decía todo.
Por cierto: José Juan llegó al Crowne Plaza pero con bajo perfil.
Vio todo desde lejos y nunca se le acercó al candidato.