jueves, mayo 2 2024

Redacción

A Pepe Chedraui se le ve caminar cotidianamente por las calles de Puebla.

Visita tianguis, mercados, comercios pequeños y eventos en los que, de mano de su fundación, reparte sillas de ruedas para aquellos que por alguna razón las necesitan y no pueden adquirirlas.

La generosidad es un atributo que le viene de familia.

Y además se nota que es algo que disfruta. Pepe es un hombre de contacto, de cercanía.

Si por algo se caracterizan los miembros de la comunidad libanesa, eso es la solidaridad. Los hombres y mujeres que han migrado se sus tierras originales, saben de carencias y por lo mismo dan el valor justo al esfuerzo.

Desde muy joven conoció una parte fundamental en la vida de cualquier ser humano: ganarse el pan con su propio trabajo, aun sin tener que salir en busca de oportunidades, sin embargo, ser parte del proyecto de la empresa familiar requiere a veces de un doble esfuerzo para ganarse el respeto de los otros. Comenzar desde las labores más básicas y conocer de principio los procesos más básicos, hasta el mecanismo más complejo, para no generar descontento entre los demás miembros de la comunidad.

El microcosmos textil es eso: un ecosistema que abarca sinfines de tareas, y la tela es, sin duda, algo que existe en absolutamente todas las casas; desde la más modesta hasta la más lujosa. La transformación de una planta discreta que, con la intervención de la mano del hombre se convierte en todo eso que nos cobija, nos quita el frío, nos limpia.

No se sabe a ciencia cierta qué fue primero: si la rueda o los textiles. Pero ambos descubrimientos contribuyeron a que el ser humano viviera y pensar mejor.

Don Pepe Chedraui padre es la confirmación de que se puede llegar muy lejos sin la así llamada educación formal; las condiciones que se encaraban en esas otras épocas permitían que un hombre con visión, ganas y talento, sobresaliera hasta poder generar riqueza sin el aval de un papel oficial. Así, don Pepe llegó a ser una figura empresarial importantísima no sólo en nuestro estado, que incidía en el panorama político nacional.

Pepe creció en todos esos escenarios, primero como observador, luego participando activamente.

“La familia es lo más importante”, lo dice todo el tiempo.

Y se refiere a la familia en todo su espectro: desde los que estuvieron antes (de los que se extraen los valores y el conocimiento) hasta quienes hoy conforman su núcleo: compañera de vida, hijos, nietos, y son los recipientes de una herencia, no hablando de objetos o bienes materiales, sino de una forma funcional y nutrida de vida.

En una época en la que la descomposición del tejido social está estrechamente ligado a la desintegración de este núcleo, Pepe persiste y pugna por la unión.

Poblano de segunda generación , Pepe ha sido un ciudadano, ejemplar y amoroso con la tierra que tanto le ha dado.

En un mundo lleno de frivolidad en donde los más afortunados suelen acaparar y acumular sólo para sí mismos, la familia Chedraui se caracteriza por su resiliencia y compasión hacia la comunidad, porque saben que el trabajo que cuesta ser líderes de un grupo, y que si no hay equipo, nada puede sostenerse.

Una empresa sin sus trabajadores y sin la mano de obra calificada (y contenta) dificilmente sobrevive por tantos años.

A Pepe lo hemos visto cercano a gente de mucho poder a nivel nacional; ha llevado muy buena relación tanto con gobernadores del Estado, como con presidentes de la República que han depositado en él la confianza en diversos cargos.

Su carrera política comenzó –cómo en la mayoría de los casos de los políticos mexicanos– ligada al Partido Revolucionario institucional,  por el cual logró obtener una diputación local, en donde se desenvolvió sin escándalos, más bien con temple, pulso, y sobre todo, con humanidad.

Pepe es un enamorado de Puebla , le duelen los dolores de la propia ciudad.

Cómo cabeza de familia le preocupan los mismos temas a que todos los poblanos: la inseguridad en las calles, la desigualdad, la carencia educativa y la salud de la gente.  Cuando alguien ama su tierra quiere ver la progresar, afirma. Ver a sus habitantes, activos y produciendo, para el bienestar propio y el del conjunto, el espíritu que mana de la educación que recibió de hombres y mujeres que tuvieron que partirse el alma para sacar adelante a sus familias.

A la muerte de su padre, Pepe conformó la fundación Pepe Chedraui en aras de devolverle a la comunidad una porción de tantos satisfactores que le ha dado.

Pepe no se queda sentado frente a los problemas sociales; es un testigo atento y activo que trata de incidir en decisiones que puedan aportar.

Más que admirar a un determinado líder empresarial, como es el caso de Carlos Slim, o algún político que haya conservado intacta su reputación (que son pocos), el centro de sus respetos habita en la propia raíz; a su padre le tuvo y siempre le tendrá una admiración inconmensurable, pues fue quien le enseñó el valor del trabajo duro y la gratitud hacia todos aquellos que han ido de la mano junto con su familia.

Pepe camina hoy las calles de Puebla con un afán.

Aspira a poder llegar a una posición que le permita entrar en acción en todo aquello que siente que puede abonar.

Como empresario exitoso y probado, conoce las herramientas y las rutas que se deben tomar para que una sociedad prospere.

No desde la frialdad que invade al político tradicional que se olvida de las promesas y se vuelve inalcanzable, sino desde la empatía con la que desde hace años lidera un negocio que involucra un sistema parecido a una pequeña ciudad.

La rueda está girando, y Pepe confía en que acciones buenas generan respuestas aún mejores.

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