domingo, abril 28 2024

Por: Mario Alberto Mejía

Ángeles Espinosa Rugarcía tenía documentadas las irregularidades de Enrique Cárdenas a su paso por la Universidad de las Américas Puebla.

El archivo era voluminoso.

La decepción también.

Nora Lustig conocía de sobra el tiradero que dejó el ex rector.

Y así lo dio a conocer en su momento.

El 16 de diciembre de 2001 tanto La Jornada de Oriente como  El Sol de Puebla consignaron las palabras de la rectora, quien reveló que Cárdenas había dejado un daño patrimonial por nueve millones y medio de pesos.

La auditoría realizada a la administración del hoy candidato del PAN-PRD-MC a la gubernatura de Puebla (que abarcó de 1995 a 2001) arrojó también diez funcionarios despedidos y dos denuncias penales.

Los diarios citados revelaron que entre las irregularidades detectadas destacaban la negligencia en la instalación del sistema anti-incendios en la biblioteca de la UDLAP, la renta de ambulancias y la venta de becas en el área de deportes.

Cárdenas fue rector durante dieciséis años.

Y estuvo a punto de dar un golpe de estado —y ser nombrado rector de nuevo— cuando, con la ayuda de Rodolfo Budib Name, quiso manipular la sesión del Consejo Universitario para destituir a Lustig.

Para tal fin, el empresario Luis Ángel Casas lo metió a la universidad en la cajuela de su coche.

(Imagino la escena: Cárdenas, en posición fetal, respira el ambiente sórdido de la cajuela mientras traza el complot en su mente matemática).

La conjura fue tan lerda que no se cumplió su noche de las ventanas rotas.

Todo terminó en un monumental ridículo que todavía hace reír hoy a los propios complotistas.

Un personaje muy conocido en Puebla, el hoy notario Alejandro Romero Carreto, fue en su momento el abogado encargado de revisar las irregularidades e interponer las denuncias penales.

Entre otras cosas, reveló que el ex director del área de Innovación Tecnológica, Vicente Aragón —hoy director de Operaciones Empresariales en GPS SA de CV—, ocultó que era el fundador y presidente de una empresa proveedora de tecnología de información que había contratado la universidad para brindar servicios.

Según la información que dio a conocer el abogado, Aragón alteró el acta constitutiva para nombrar como titular de la firma a una persona inexistente.

Este personaje también utilizó la infraestructura tecnológica y personal de la institución para brindar conexión a Internet a usuarios que no pertenecían a la universidad.

Las chapucerías no terminaron ahí.

Otro de los funcionarios universitarios —Alexander Rubli Kaiser, jefe de Ingeniería y Servicio— desvió refacciones y tiempo laboral en reparar equipos de terceros.

Faltaba más: cobraba y facturaba a través de una empresa registrada a nombre de su esposa.

Todo mundo en la UDLAP recuerda que las casas del tradicional sorteo vivieron extraños fenómenos de sobre renta.

Hay quienes también ponen el dedo en la casa-hotel que Cárdenas se compró en Cholula.

¿De donde salieron los dineros?, se preguntan.

Dejad hablar al viento, se responden.

Y es que juran que el mismo contratista del museo de la UDLAP —construido en tiempos del ex rector— participó en la hechura del hotel boutique.

Es tan sofisticado que los pisos de duela se calientan en tiempos de frío.

Otra de las Perlas recurrentes es que Cárdenas & Aragón instalaron la fibra óptica en Volkswagen allá por los años noventa, cuando ambos cobraban en la UDLAP.

Puras finas personas.

Lo curioso es que Cárdenas se vistió de hombre decente para pedir el voto.

Por fuera va impecable.

Por dentro lleva un cochinero.

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