miércoles, diciembre 18 2024

La apertura al tatuaje dentro de la cocina. Uno podría imaginar que en Puebla, región mocha y doble moral por naturaleza, un tipo tatuado dentro de la cocina sería algo imperdonable, pero al parecer algo está cambiando y aquí te lo contamos.

En el mundo de la gastronomía poblana existe “Bronti”, un cocinero fuera de serie, tatuado hasta cráneo, que decidió hacer un cambio radical en su vida tras bajar más de 45 kilogramos a base de ejercicio y buena alimentación. 

Israel Rosas López estudió la licenciatura de gastronomía en la UPAEP, y actualmente es head coach (entrenador en jefe) en el gimnasio de crossfit Black Tomahawk. Por otro lado cuenta con una marca de repostería saludable y un proyecto en redes sociales que tiene la finalidad de contar su historia de vida para ayudar a quien, como él, desean mejorar su aspecto bajando de peso. 

Conocí a “Bronti” hace más de diez años, jugando futbol americano. Un muchacho de estatura corta, realmente simpático y con una actitud mucho más grande que su estómago. Israel, a pesar de su corta edad (tenía 11 o 12 años), era inmenso. El mote de “Bronti”, recuerdo muy bien, se lo puso uno de nuestros entrenadores más queridos, el “Barradas”, quien aseguraba que “Isra” se alimentaba con las famosas hamburguesas de los “Picapiedra” hechas con carne de “Brontosaurio”. Y sí, sin pedos el “Bronti” se comía un brontosaurio completo.  

Al platicar con Israel, previo a uno de sus entrenamientos de crossfit, el ahora entrenador en jefe nos comentó cómo fue que llegó a la cocina. 

“En principio llegué a la cocina porque mis padres me pusieron a dieta. Desde pequeño tengo problemas de sobrepeso, y mi mamá obviamente me ponía las cantidades recomendadas por el nutriólogo y me quedaba con hambre. Recuerdo que desde los siete años esperaba a que se fuera mi madre de la casa para ir a la cocina y prepararme mi comida, ahí empezó el gusto por la cocina”.

Lo de este muchacho no siempre fue la gastronomía, pues antes de entrar a esta carrera, “Bronti” estuvo tres semestres en arquitectura. 

“La arquitectura no era lo mío, de ahí decidí hacer el cambio a gastronomía, una carrera que se me hace tranquila por ser muy práctica”. 

Por otro lado, el multiatleta nos cuenta que siempre ha estado en la escena deportiva.

“Desde pequeño, por lo mismo de mi sobrepeso, mis padres me motivaron con aquello de la actividad física. Siempre he sido una persona muy activa, característica que en la actividad que practico ahora me ha ayudado mucho”.

Le crean o no, Israel ha practicado más de seis deportes diferentes.

“Empecé practicando natación, de ahí me pasé a jugar futbol americano en los “Aztequitas”, lo dejé por una lesión y así incursione en el hapkido y en las artes marciales mixtas (MMA). No fue de todo mi agrado, así que me pasé a la capoeira. Tampoco obtuve buenos resultados. Jugué un buen tiempo gotcha/paintball y por azares del destino terminé en el crossfit, deporte con el que me clavé hasta la fecha”. 

Fuera de la natación, las actividades practicadas por Israel son de contacto físico y de grandes chingadazos, cuestión que nos da curiosidad. ¿Será que a este personaje le gusta el dolor?

“No es que me gusten los chingadazos. Necesito que sean deportes agresivos, si así los podemos llamar, de lo contrario se me hacen actividades muy aburridas, como la natación que es súper tediosa y rutinaria, al final por eso dejé este deporte”. 

La inclusión de estos deportes sobre la vida de Israel, según él, cambió completamente su forma de actuar.

“Son deportes muy enérgicos, con niveles de intensidad muy altos, actitudes que fui adoptando como forma de vida. Hacerlo todo con mi máximo esfuerzo, pues eso se me inculcó en el futbol americano. El “tocho” de cierta forma, como a todos los que lo practican, me cambió la vida”. 

Por su sobrepeso podemos inferir que este cocinero/atleta tuvo grandes cantidades de problemas al practicar estas actividad, difícilmente podemos imaginar a un danzante de capoeira con sobrepeso que pueda ser ágil. 

“Cuando jugaba con aztequitas yo no pude participar dentro de mi categoría; era demasiado pesado, no podía jugar y me dejaban en la banca. Para poder jugar subí dos categorías, jugaba con gente casi tres años más grande que yo. En MMA me era muy difícil lograr combate en piso y dar patadas. No era muy ágil, igual que en la capoeira, no tenía agilidad”, recuerda “Bronti.  

Es hasta que apareció el crossfit que “Bronti” se encontró con su actividad predilecta.

“Aquí tuve una ventaja muy grande: buenos entrenadores, grandes compañeros. Es un deporte escalable. Aunque llegué muy pesado y no podía hacer la gran mayoría de los movimientos, mi mejora fue gradual; poco a poco comencé a dominar los movimientos, mi cuerpo cambió, mi físico evolucionó, mi resistencia muscular creció… es lo que se me hizo atractivo de este deporte”. 

Ya teniendo la experiencia deportiva y los conocimientos necesarios en la cocina, el buen “Bronti” decide hacer un cambio radical y bajar más de 45 kilogramos mediante la buena alimentación y la actividad física.

“La cocina y el deporte van siempre de la mano, al final los resultados se logran con un 70% de buena alimentación y un 30% de actividad física. El deporte y la cocina son el uno para el otro”. 

“Isra” asegura que la pérdida de peso no es nada del otro mundo; hay que encontrar el ambiente idóneo y conocer un poco sobre las característica de los alimentos.

“Lo primero que me ayudó fue encontrar a las personas indicadas, la actividad física adecuada. Saber cocinar me ayudó mucho pues mis hábitos alimenticios dependían completamente de mí”.

Tras experimentar este cambio radical, casi en solitario, Israel decide contar su historia para que otras personas en su situación se sientan acompañadas, reciban consejos y sepan qué hacer con el sobrepeso creando el proyecto digital “Fat to Fit”.

“Es una iniciativa en redes sociales que hice por dos razones: primero me estanqué mucho tiempo en los noventa kilos y decidí hacer Fat to Fit para checar mi progreso y terminar con este estancamiento. La segunda razón es porque este viaje de la pérdida de peso lo hice solo, no tenía quien me dijera qué hacer”. 

“Bronti”, que también tiene una marca de postres saludables (o fit), “Le Bront”, encontró una problemática que trata de resolver: los blogs, páginas y webs dedicadas a la salud física no hablan sobre la cocina. 

“Pude observar en diferentes proyectos y con gente metida en la pérdida de peso, que ninguno de ellos hablaba sobre la cocina saludable, y mucho menos saben cocinarla. El área fit dentro de la gastronomía es algo muy nuevo, se aprende empíricamente. Por ese lado, yo mezclo mis conocimientos universitarios con el tema fitness que aprendí con médicos, nutriólogos y diferentes charlas. De aquí surge una línea de repostería fit, realmente saludable. No mentimos pues. Con mi canal y marca de repostería busco compartir recetas saludables que puedan ayudar a otras personas que se encuentran en un caso similar al mío”.

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