lunes, diciembre 23 2024

Ya lo estamos viendo en la serie de Luis Miguel: hay hombres que ponen (sin empacho) sobre la mesa de negociación a sus mujeres como si fueran monedas de cambio. Todo por cumplir un objetivo que les está vedado por falta de ciertos talentos.

Al parecer el «secreto» de Marcela Basteri está siendo revelado, y con la venia de su propio hijo: Luis Rey le dio derecho de pernada al «Negro» Durazo, con tal de que su pequeño vástago tuviera un futuro prometedor en el medio del espectáculo.

Esa práctica es más común de los que pensamos, y en el slang político se le conoce como «operación escalera». Y que cada quien se imagine lo que eso implica.

Lo interesante de este tipo de prácticas es observar la rendición del ego machista.

Un macho, supuestamente, cuida lo que, según él, posee por derecho legítimo.

A un macho de verdad no se te ocurra chulearle a su mujer porque, antes de acabar con la insinuación, pierdes, mínimo, un par de dientes.

Un macho prefiere pasar hambre que poner a su dama «al centro» de una mesa con prometedores manjares.

Eso hacen, supuestamente, los machos.

¿Cuántos titulares de periódicos y  revistas sensacionalistas han hecho las delicias de los morbosos al cabecear su nota de ocho con algún tipo de apología del crimen, todo en aras de justificar los hechos por una cuestión de honor?

El tema da para un ensayo completo sobre la persistencia de la virilidad en tiempos de vacas flacas, y sobre todo, analizar también la postura que toma la mujer ante una situación así.

Recordemos que, por otro lado, existe eso que se llama «acuerdo tácito», que no es otra cosa más que un pacto entre dos personas que no necesariamente se dicen todo lo que hacen una a las espaldas de la otra, pero que de saberse, el lío no pasa a mayores porque las reglas, aunque no son explícitas, se sobreentienden.

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Dorsia Staff

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